El Centre Excursionista de Castelló (CEC), la entidad responsable de organizar el III Aplec de la Joventut del País Valencià, organizó el pasado 28 de noviembre, cincuenta y seis años después, una charla sobre el anecdotario Examen oral d'històries, nacido de estas mismas páginas. El acto se enmarcaba en el ciclo de conferencias que los montañeros han celebrado con motivo del 150 aniversario del nacimiento de Pompeu Fabra, el normativizador de la lengua catalana, y, según añadió el presentador Vicent Aparici también era: «el primer acte de l'aniversari de les Normes». Omega y alfa. Como se ve, la lengua era uno de los temas que motivaban la reunión.

El otro, como no podía ser de otro modo, era el excursionismo. Entonces, Sanchis, en su triple condición de inspirador del libro de Montañés, cofundador del Centre y albacea del patricio Gaetà Huguet, fue glosando algunas de las expediciones más remotas que se recuerdan. La más antigua, la que realizaron su padre Emili y Joan B. Porcar, junto a un grupo amigos y que concluyó en el Mas d'Arminyà, justo en la ralla que divide Llucena y Xodos. Entonces, Gori Dolz recordó a un masovero que falleció allí, en la parte de la vivienda que estaba en Llucena, la cabeza del partido judicial pero más distante de la masía.

En cambio Xodos se hallaba mucho más cercano. Entonces, los parientes del finado decidieron cambiar el cuerpo de habitación y, así, pudo ser enterrado en ese cementerio municipal. Después, Sanchis, como vecino de Penyagolosa, comentó una nueva historia que, al punto, el amanuense empezó a apuntar. Él confesó ser poseedor de un extraño título que se expende en Sant Joan. Por la módica cifra de cinco euros, al tenedor del documento no le puede caer un rayo. Eso sí, pasado un año, si uno quiere subir al monte sin temor a las tormentas, el salvoconducto debe renovarse

religiosamente.