El Santiago Bernabéu decidirá hoy al campeón de la Copa Libertadores en una histórica final entre River Plate y Boca Juniors, un clásico argentino y sudamericano exportado a Madrid en una sucesión de lamentables sucesos, que se espera queden atrás cuando el balón eche a rodar a 10.000 kilómetros de Buenos Aires.

El balón quiere ser protagonista y ese 2-2, sin importar los goles de visitante de River, mantiene la igualdad de un partido que irá a la prórroga y los penaltis si aguantan en tablas. Tampoco está el miedo a perderse la final por las amarillas, con Boca a por su séptimo título de Libertadores y River que quiere el cuarto.

Tanto Marcelo Gallardo como Guillermo Barros Schelotto tienen sus dudas para los onces de la primera final argentina de la historia del torneo. El Boca confía en su poder ofensivo, que recupera a Pavón y podría formar casi tridente con Benedetto y Wanchope. La pegada xeneize ha sido su arma en esta Copa, aún con recambio en el banquillo como el Apache Tévez. Gallardo tiene un once más claro, basado en la calidad de su centro del campo aunque no pueda contar con Quintero, y con la duda del joven Julián Álvarez.

Lesionado también Scocco y suspendido Santos Borré puede resentirse con solo Pratto como referencia. Las mil polémicas y disputas, continente y hemisferio inesperado, larga espera por una final interminable parecen atisbar el desenlace al quilombo. Sobre el césped, el gran olvidado un mes después del primer asalto, se sabrá quién piensa en la pelota.