Alguien definió la depresión como encontrarte perdido en la espesura de un bosque y ser incapaz de hallar la forma de salir de él. Te pones a andar hacia un sitio, y te hundes todavía más en la oscuridad. El Villarreal se encuentra perdido entre los árboles y, con cada jornada de Liga que avanza, la depresión amarilla se agudiza hasta límites preocupantes. Es cierto que la madera evitó la igualada, en un disparo de Gerard en el descuento, pero el daño estaba hecho de antes, con el 0-3 en contra en 50 minutos.

Javi Calleja sabe que se queda casi sin excusas y sin margen de maniobra. Que se lo digan a Fran Escribá. El equipo se despidió ayer con un concierto de viento tras un primer tiempo que no estuvo tan mal como para esa recompensa, pero que acabó rondando la catástrofe. En el segundo firmó su acta de defunción para seguir asomado al descenso, a tres puntos hasta que mañana dispute el Athletic su partido contra el Girona, aunque los goles finales de Bacca y el arreón del descuento le reconcilió en parte con la grada.

Tanto vigueses como amarillos llegaban atenazados por las urgencias, por lo que el primer tramo fue de tanteo, de espera. Nadie quería cometer un error que le disparase las alarmas. Pero la pólvora celtarra, con denominación de origen de A Madroa, le metió una velocidad más al duelo. El divino Aspas vio a Brais desmarcado y le metió un balón que pilló la espalda de los centrales. El internacional disparó solo ante Asenjo, que sacó con la pierna. El segundo intentó besó el palo.

Se superaba el minuto 20 con un disparo de Juncá desde la izquierda que rechazaba Asenjo. Despertó entonces el Villarreal, espoleado por el orgullo y la obligación. Gerard la tuvo con un remate que blocó Rubén y Trigueros, contagiado por la depresión, buscó la filigrana ante el guardameta adelantado tras un pase largo de Víctor Ruiz. El intento se marchó por encima del larguero.

Pero el paso de los minutos perjudicó al Villarreal. Los miedos hicieron acto de aparición y el submarino, ante el empuje de un rival cada vez más convencido, fue reculando. Aspas y Brais fueron ganando protagonismo, e hizo acto de aparición Boufal para completar la ecuación.

Antes del descanso, una jugada embarullada, después de un saque de esquina, la resolvió Aspas con un disparo que rechazó Asenjo. Boufal lo intentó de nuevo, pero se marchó fuera. Respondió Gerard, al intentar enviar un lanzamiento desde la frontal a la escuadra izquierda. No tuvo éxito.

Entonces se desataron los demonios. Los de A Madroa la liaron cuando Jozabed conectó con Aspas en la banda izquierda. Supo templar el vigués para ver la llegada al balcón del área de Brais. Se la cedió Iago a Méndez que enroscó un lanzamiento que buscaba el palo izquierdo de Asenjo, imposible para el palentino.

La herida se abre aún más

El Celta no se permitió el lujo de dejar tomar aire al Villarreal. La salida de Ekambi por Trigueros era una amenaza que los celestes desactivaron con el segundo. Y luego con el tercero, en plena espiral autodestructiva del conjunto castellonense, sentenciaron.

Una falta sin peligro cometida por Mario casi en el centro del campo, la templó Jozabed al área pequeña. Okay se aprovechó de la bisoñez de Cáseres para ganarle en el salto y conseguir el 0-2 en el minuto 49.

Con el submarino desorientado, los de Miguel Cardoso aprovecharon para resolver la contienda y desatar el concierto de viento en la grada. La inoperancia de Víctor Ruiz la aprovechó la fe de Brais que se llevó el esférico. Éste se la regaló a Maxi Gómez que, sin oposición, no tembló para superar por tercera vez a Asenjo.

Quedaban 35 minutos por delante y un Calleja desarmado apostó por un 4-3-3 para ensayar la épica. La entrada de Bacca por Chukwueze fue la única buena noticia para los amarillos que, ante la indolencia de un Celta con los deberes hecho, animaron la recta final del partido con dos tantos del colombiano. Primero, un libre indirecto en el área por cesión lo resolvió Bacca con un zambombazo en el 83. Y en el 87, no sin suspense gracias al VAR, un cabezazo suyo alimentaba la esperanza. Pero Gerard no tuvo suerte y el Celta aguantó para no perder el botín. Más problemas para un Villarreal perdido.