"Hotel Voramar" es la nueva novela de González de la Cuesta, colaborador de Levante de Castelló y autor de una obra, que se va consolidando como una de las más importantes del panorama literario valenciano, con sus novelas: "Larga tormenta de otoño", "Nunca seremos los mismos" y el ensayo "La Brecha". Publicada con la Editorial Sargantana, el "Hotel Voramar" se convierte en una historia de amor entre dos personas de ideologías antagónicas, que nos va a llevar a los años de la Alemania nazi, al Madrid de los años 50, a los tiempos dorados del hotel, cuando era un lugar de veraneo de la alta burguesía valenciana y la actualidad, con todo su encanto intacto. .

¿Qué es lo que González de la Cuesta quiere contar en esta nueva obra?

Básicamente, me interesa reflexionar sobre cómo las ideologías totalitarias, en este caso las que marcaron el siglo XX: fascismo y comunismo soviético, marcaron la vida de sus propios seguidores. En medio de todo esto está el amor, como sentimiento de redención de unos personajes que huyen de su pasado y sus miedos. Y luego está el hotel Voramar, como escenario maravilloso de toda la historia que viven estos personajes y descubrimiento de una verdad inesperada.

¿Cuál es la magia del hotel Voramar? ¿Por qué es el eje central de esta novela?

El hotel Voramar es un oasis de tranquilidad en un rincón bellísimo del Mediterráneo, entre la montaña del Desierto de las Palmas, el pueblo de Benicàssim y el mar. Además, atesora una historia desde su apertura en 1930, que lo convierte en un bien patrimonial en sí mismo. Destila un ambiente que invita a escribir sobre él. A mí me cautivó hace años y ahora he querido plasmar en una novela ese afecto.

El libro bascula entre dos épocas con más de 50 años de diferencia, ¿cómo ha sido el proceso para realizar esta historia con esa dualidad temporal?

La novela tiene dos partes bastante diferenciadas en el tiempo. Para ser clásico, en la primera parte se plantea la exposición y el nudo y en la segunda el desenlace. Sin embargo, ambas están trufadas de analepsias o retornos en el tiempo, que nos van relatando la vida de sus personajes, y siempre el hotel Voramar como espacio vital donde se va desarrollando toda la historia. Es el hilo conductor, el pegamento que une todas las piezas.

Como autor de la obra, ¿qué aspecto destacaría de la historia? sin destripar nada.

Si tenemos en cuenta que el amor, junto al dinero, es uno de motores principales que mueven el mundo, en este caso, con dos personajes que se refugian en el hotel huyendo de sus miedos, actúa como bálsamo redentor de los males de sus vidas, como coartada perfecta para hacer tabla rasa y empezar de nuevo. Lo que pasa, es que la vida está llena de celadas y nunca las cosas suceden como nos gustaría. Ahí es donde la segunda parte cobra sentido, con unos personajes diferentes, que tiene su propia experiencia vital, aunque Petra y Marcos nunca dejan de estar presentes.

¿Cuál es el mensaje o lo que, como escritor, quiere compartir con esta historia?

Una novela siempre tiene varias lecturas. En el caso de Hotel Voramar, me gustaría que una de ellas fuese la capacidad que tiene las ideologías que se sienten en posesión de una verdad absoluta, para destruir la vida, no sólo de los que discrepan de ellas, sino de sus propios seguidores, y la capacidad del amor como redención. Es el caso de Petra y Marcos, dos personajes antagónicos, ella antigua afín al nazismo y él dirigente comunista, que acaban encontrado en el hotel Voramar el amor como vía de escape de un pasado que les oprime.

¿Qué es lo que espera de 'Hotel Voramar' como obra?

Principalmente, que los lectores se diviertan. No tendría sentido nada de lo que escribo si a los lectores no les entretiene ni les atrapa la historia. Luego puedo esperar que se identifiquen con los personajes, que la historia les haga reflexionar, que les transmita algo de conocimiento, etc. Pero, principalmente, si no existe esa conexión mágica entre el lector y la lectura, para mí sería una escritura fallida. En cuanto a Hotel Voramar, me gustaría que los lectores se sumergieran en un tiempo que parece lejano, pero tan próximo, que todavía no nos hemos desligado de él. La historia que se cuenta es una ficción pero podría haber sido real, incluso hoy, pudiera serlo, porque esta novela habla, desde la ficción, de acontecimientos no imposibles. La vida es un tiovivo que da muchas vueltas, y en cualquier recodo nos podemos encontrar con lo bueno y lo malo, con la felicidad o el sufrimiento.

Centrándonos más en el escritor, ¿qué es lo que tenemos que conocer sobre José Manuel González de la Cuesta?

Es una pregunta compleja de responder, porque las personas somos muy poliédricas y tenemos varias caras, que hacen que nos comportemos de una manera diferente en cada caso, sin perder la identidad. Mi mundo literario es tranquilo, sin agobios. Me gusta escribir sin presión, por eso tengo temporadas muy fructíferas, otras en la que escribo lo justo y otras en la que no escribo nada. Cuando estoy en el proceso de escritura de una novela (otra cosa es el proceso de creación, que no necesariamente tiene que ser escribir), me encierro en ella, ya que toda se va desarrollando en mi cabeza, sin dejar espacios a otros soportes ajenos a mi mente. Tampoco creo en esos escritores que se toman el oficio como si fueran oficinistas, con horas fijas diarias para escribir. Yo necesito estar motivado para hacer, y con todo y eso, en la época de más actividad, no suelo escribir más de dos páginas.

¿Cuáles fueron sus principios como escritor? ¿En qué momento uno comprende que quiere compartir sus historias con el mundo?

En mi juventud escribía poesía y cuento, práctica que he ido perdiendo con el tiempo. La poesía exige un estado de ánimo, y el cuento cada vez me resulta más difícil. No puedo decir cuándo me sentí capacitado para dedicarme a escribir novelas. Es algo que surge, quizá como respuesta natural a los años que llevo escribiendo artículos para la presa escrita. Tengo algunas novelas empezadas y olvidadas. Pero un día me puse a escribir lo que inicialmente era un cuento y acabó siendo mi primera novela "Larga tormenta de otoño". Después, con mis ritmos irregulares, ya no pude parar y llegaron "Nunca seremos los mismos", "La Brecha", algunos artículos divulgativos, de gran exigencia documental y "Hotel Voramar".

¿Ha cambiado la esencia de lo que se conoce como 'ser escritor' en los tiempos actuales? ¿Qué es lo que le anima a seguir esta senda?

Un escritor es y será siempre un escritor: una persona que escribe. Pueden cambiar las formas de escribir, los formatos, los gustos, las tendencias editoriales, etc., pero siempre, quien tiene algo que decir, que contar o inventar, si es con la palabra escrita, es escritor. Lo que me anima a seguir escribiendo es que me lo paso muy bien haciéndolo. Divertirme yo y divertir a los lectores. No tengo más pretensiones. Es así de simple. Si además lo que escribo puede aportar algo de belleza o conocimiento a alguien, me sentiría muy contento.

¿Podemos esperar más títulos de González de la Cuesta? ¿Cómo se plantea el futuro?

Mientras tenga carrete en la cabeza, habrá más títulos. Siempre me rondan ideas de posibles libros. Ahora estoy escribiendo una nueva novela de la que no puedo avanzar nada, porque las historias sé cómo empiezan, pero nunca cómo terminan.