Se conmemora este año el 86 aniversario de «les Normes» y Castelló, la ciudad donde se firmaron, lo ha celebrado con actos de reivindicación lingüística. Hace tiempo que se festeja el evento, antes en la plaza Santa Clara, ahora en la plaza Mayor, y siempre en la calle Caballeros, frente a la Casa Matutano, el lugar histórico de la rúbrica de 1932. Los fedatarios de entonces fueron próceres castellonenses que, en su gran mayoría, eran de ideología conservadora. La condición de ser personas de orden no les impidió promover las bases ortográficas de la lengua valenciana, de común acuerdo con la regulación del catalán que se había producido unos años antes, momento en que la Castellonenca las adoptó para su Boletín. Esta empresa en pro de la lengua propia incorporó a todos los sectores del valencianismo cultural, en un consenso básico que, casi nueve décadas después, hoy parece roto.

Resulta evidente que en la derecha sociológica castellonense actual no se vislumbran personalidades de la talla del doctor Àngel Sánchez Gozalbo, el catedrático Lluís Revest, el pintor Joan B. Porcar o de Salvador Guinot, alcalde y presidente de la Diputación durante la dictadura de Primo de Rivera. Pero tampoco observamos, en la izquierda presente, la generosidad de sus referentes pretéritos: el pedagogo Enric Soler i Godes, Emili Calduch, pariente del boticari y Gaetà Huguet Segarra, el fundador de Esquerra Valenciana, o el escritor Carles Salvador.

Por tanto, a día de hoy, más allá de las excepciones, lo que observamos del lado de la derecha (desde el PP a la franquicia de los diccionarios) es la deserción lingüística más militante y el fomento de un anticatalanismo sin complejos que confunde ciencia e independencia. De los sectores progresistas (desde el tripartito hasta el infinito y más allá del Ebro), la cuestión no es que sea más edificante. En su afán de unir varias causas en un único día, a l'ombra del Fadrí igual había quien solicitaba la Tercera República española como la República de Cataluña; y lo mismo se concentraban los que denunciaban la «valencianofòbia» como los que pedían la libertad para los procesados por el «procés».

Con el culo al aire

Los regidores del grupo municipal Popular entonces debieron pensar que la ocasión la pintaban calva y, en cuanto vieron aparecer al cantante de Pepet i Marieta haciendo un calvo, comenzaron a incendiar las redes sociales. Uno de ellos escribió: «Creo que era para fomentar el valencià (mejor dicho el catalan y la independencia) pero se lió y en vez de fomentar la lengua, fomentan el exhibicionismo, malos modales, falta de respeto, grosería ... y todo esto en pleno centro de Castellón con los más peques viendo este bochornoso espectáculo». Sus conmilitones le dieron al me gusta y le echaron la culpa a la alcaldesa. Era, otra vez, el Ejército de Salvación, era PP contra Pepet.