Siempre que se habla de una especie exótica invasora, las alarmas se disparan ante la amenaza que representa para los ecosistemas locales. En el caso de la jaiba, su establecimiento en la costa de Castelló significa una oportunidad de negocio. Así lo consideran los pescadores, que valoran de manera positiva la presencia de cangrejo azul en las playas.

Según el patrón mayor de la Cofradía San Pedro del Grau, Manuel Peña, la posibilidad de que la población de Callinectes sapidus (nombre científico) se dispare en los próximos meses, tras detectarse los primeros ejemplares, puede implicar un cambio en los hábitos del consumidor respecto a este tipo de crustáceos. Tradicionalmente se demandan la nécora y el buey de mar, que son traídos hasta los mercados y establecimientos desde el norte, en cuyos mares se captura al no existir en el Mediterráneo.

«Aquí no tenemos un crustáceo tan grande, así que el hecho de que haya aparecido el cangrejo azul puede ser muy interesante para nosotros. Su calidad no tiene nada que envidiar a la nécora y realmente está bueno», asegura Peña.

Prueba de su «exquisitez», prosigue el patrón mayor, «es que en Sant Carles de la Ràpita se puede encontrar incluso en el menú de los restaurantes. Allí se coge mucho porque es una zona poco profunda».

Y es que la jaiba se desarrolla especialmente en aguas de escaso calado, de entre 10 y 12 metros. Precisamente la profundidad en la que proliferan los octópodos. Por ello, «si hay más cangrejos azules también habrá más pulpos, ya que es su depredador natural», explica Peña.

Tanto los técnicos de la Conselleria de Agricultura como los biólogos del Oceanogràfic de València llevan varias semanas realizando controles en la costa para comprobar la evolución de la especie invasora. Las marjales de Nules, Peñíscola y Almenara, así como el Prat de Cabanes-Torreblanca y la desembocadura del Millars son las zonas que presentan las colonias más abundantes.

No obstante, el patrón mayor de la Cofradía San Pedro del Grau cree que la aparición de restos en la playa del Pinar invita a pensar que se trata de un nuevo foco. Al respecto, se muestra muy tajante al afirmar que «si ha aparecido, es para quedarse».

«Sería interesante que el cangrejo azul explotara en esta zona en unos meses. Ahora las barcas de artes menores están cogiendo unos cuatro. Las de arrastre pueden llegar a unos 15 ejemplares. No son cantidades suficientes para comercializar, pero si cambia la tendencia y empiezan a abundar, pues entonces sí que se puede plantear. Ojalá se pusiera de moda», en referencia al crustáceo decápodo.

En las lonjas donde ya se distribuye, el precio del kilo varía entre los tres y cinco euros, dependiendo de la demanda.

Peña subraya que la jaiba, de los cangrejos que viven en el Mediterráneo, «es el más grande y más bueno para comer. Su tamaño es parecido a la nécora, aunque depende del sexo, ya que las hembras suelen ser más grandes», concluye.