Cuando no hay juego, el recurso es la épica. El Villarreal afrontaba una eliminación casi segura y alimentaba sus dudas y sus miedos, hasta que llegaron los últimos cinco minutos del partido. Sendos cabezazos de Ekambi y Bacca despertaron a un muerto viviente, que se despedía de los cuartos de final de la Copa del Rey tras un pobre partido. Pero el difunto resucitó y, aunque sólo sea por el climático desenlace de ayer, prolonga su crecimiento, al menos en los resultados. Cuarto partido consecutivo sin perder, en los cuatro con igualada en el marcador.

El mensaje de Luis García era que el partido de Copa debía servir para ayudar a la mejoría del equipo. Pero los primeros 45 minutos sólo permitieron profundizar la depresión del Villarreal. Trigueros recuperó la titularidad, pero demostró porque a día de hoy es carne de banquillo. Nervioso, incapaz de superar la línea de presión del Espanyol, naufragó a la hora de que su equipo diese un paso adelante. Además, al cuarto de hora, un error suyo en la entrega permitió el robo de Álex López. Sin pensar, se la cedió a un Sergi Darder que encaró el área y ensayó un duro disparo a la cepa del palo derecho de Andrés. 0-1.

Era mejor el Espanyol. No había paliativos para esa afirmación. El Villarreal buscaba desesperadamente incrementar el ritmo, encerrar a los pericos, pero los de Rubi, superiores en la medular y, sobre todo, con la tranquilidad de la ventaja, dominaban el partido sin dar la impresión de hacerlo.

Es cierto que el submarino, herido en su orgullo, mostraba ramalazos de peligro. Bonera reclamó un penalti de Granero, justo después del gol, y Álvaro pudo empatar en el minuto 18 con un cabezazo, a centro de Pedraza. Providencial, Roberto alejó el esférico. El andaluz, el más peligroso del Villarreal, en el 25 le robó el esférico a Granero y, por velocidad, se plantó en el área pequeña. Pero su disparo a bocajarro lo despejó con la pierna Roberto. Completó su exhibición ofensiva Pedraza con un disparo desde la frontal que buscaba el gol. Iba fuera, pero además Ekambi desvió en fuera de jugo. El tanto no pudo subir al marcador.

Era el minuto 30 y, de ahí al descanso, el Villarreal se diluyó. El miedo se percibía en cada ataque de los blanquiazules. Un cabezazo de Rosales, a centro de Pedrosa, casi se convierte en el segundo en 34. Y un saque de esquina, un minuto después, lo cerró Darder con un disparo desde el área pequeña que se marchó fuera. Despedida con un pequeño concierto de viento para demostrar que había mucho por mejorar.

Reacción a última hora

El rapapolvo en el vestuario espoleado al Villarreal en el arranque del segundo acto. Ekambi, con un disparo duro que desvió Roberto y con un centro-chut en la frontal del área pequeña, puso en jaque la retaguardia perica.Pero los de Rubi se sacaron la presión de encima con una combinación entre Hernán Pérez y Rosales que terminó con un lanzamiento del venezolano despejado por Andrés.

La polémica volvió a aparece en el minuto 58, con un posible penalti de Duarte sobre Bacca. Pero la pena máxima se fue al limbo y, cuatro más tarde, Raba veía como su jugada personal, culminada con un disparo desde el balcón del área chica, lo sacaba Rosales bajo palos.

En el intercambio de golpes en el que se había convertido el partido, Bacca perdonó con un mal disparo que terminó en saque de esquina. Era el minuto 70 y, en la siguiente jugada, Rosales encontró pasillo por la derecha para centrar. Álex López, sin marca, tuvo tiempo de controlar y rematar ante el área pequeña y conseguir el 0-2.

Estaba muerto el Villarreal. Muerto y enterrado. Había entrado Iborra, pero el submarino naufragaba a la hora de controlar la pelota. Pero el equipo de Rubi bajó el pistón y le permitió a los locales respirar, tener tiempo para pensar. Fue entonces cuando despertó la épica.

Los dos goles del Villarreal fueron gemelos. El primero llegó desde la banda izquierda cuando Pedraza pudo enroscar un centro al corazón del área. Ekambi, entre los centrales, conectó un duro cabezazo que no pudo repeler Roberto. Pero sólo 5 después, cuando ya se frisaba el minuto 90, sucedió lo mismo desde la derecha. En ese caso, fue Miguel Llambrich quien ejecutó el centro. Llegó Bacca en esta ocasión para poder conseguir un empate que, sólo diez minutos antes, era una quimera. Un pequeño respiro que no disfraza los problemas amarillos, pero mantiene la ilusión copera.