La Fundación Caja Castellón, con la colaboración de la Diputación Provincial, la UJI, la Fundació Caixa Vinaròs y la Galería Cànem de Castelló, inauguró ayer la exposición de Carles Santos en la sala San Miguel.

La muestra evoca la prolífica obra de un experto en vanguardias, entre la transgresión y la crítica social, sin perder de vista la investigación en las artes escénicas, con el objetivo, una vez más, del reconocimiento a la trayectoria y personalidad extraordinarias de esta figura irrepetible, artista imprescindible y creador integral.

Se trata, pues, de un artista cuya trayectoria, cargada de puntos de referencia artísticos, estéticos e ideológicos, abarca una producción extensa y variada, generando un discurso que da cuenta de un creador sobre el que se cruzan los avatares y contradicciones del pensamiento y de la vanguardia artística de las últimas décadas.

Es imposible definir la personalidad artística de Santos. Es un creador que ha roto todas las fronteras a través de un universo renacentista personalísimo. Músico de formación clásica, desde 1978 y hasta 2017 se dedicó a la composición e interpretación de su propia obra. Pero además de la producción musical crearía una serie de obras que por sus características pluridisciplinares se encuadran en el ámbito teatral.

El vinarocense también se aventuró en el mundo de la imagen, dejando un considerable legado de grabaciones que completaría con su trabajo como compositor de música cinematográfica y guionista.

A toda esta labor se le añade el texto poético, el diseño, la obra gráfica, y todo medio en el que pudiese encontrar un vehículo de expresión de su creatividad, realizando un recorrido que va desde la acción y la performance hasta el espectáculo musical y la ópera.

Hay que recordar las composiciones musicales para grandes eventos como las «Fanfarrias» de las Ceremonias Olímpicas y Paralímpicas de Barcelona'92; la «Fanfàrria Biennal per a 2001 músics», con motivo de los actos de inauguración de la Bienal de las Artes de València y en noviembre de 2001 la versión escénica de la Cantata «El adiós de Lucrecia Borgia», estrenada en València el mismo año, para la inauguración de la nueva sede del Teatre Lliure en Barcelona.

Por ello, Santos recibió numerosas menciones a su labor y proyección artística: Premio Ciudad de Barcelona a la Proyección Internacional 1996, Premio Ciudad de Barcelona Música 1993, Creu de San Jordi 1999, FAD 1998, Premio Nacional de Composición de la Generalitat de Catalunya 1990, Premio Nacional de Teatro 2001 de la Generalitat de Catalunya, Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes 2007, mejor obra teatral 2008 por la Asociación de críticos de Barcelona por 'Brossalobrossotdebrossat' 2008, y la Medalla de Oro de la UJI, entre otros.