Lo del Castellón ayer fue así: Rubén Ramos levantó la cabeza, Gálvez y César Díaz la metieron y el equipo la asoma revivido en la tabla, recortando puntos tras el 2-0 al Ontinyent, escalando puestos en la lucha por evitar el descenso. La permanencia queda a un solo punto después del tercer triunfo de la temporada. En Castalia, el Castellón fue mejor que el Ontinyent y ganó. Recuperó además la diferencia particular de goles frente a un rival directo. Y lo bueno no fue tanto el qué. Importó tanto o más el cómo. A diferencia de las otras victorias del curso, el Castellón controló el juego de principio a fin y no temió por ella en ningún momento.

En el fútbol, a veces, los tres centrales engañan. Se puede jugar con tres centrales para jugar con tres defensas, como hizo el Castellón de entrada. Y se puede jugar con tres centrales para jugar con cinco defensas, como hizo el Ontinyent enfrente. Más importante aún que el dibujo es la intención: la del Castellón fue desde el inicio ser dominador y la del Ontinyent, con resignación, ser dominado. A los treinta segundos, el debutante César Díaz, que ocupó el carril izquierdo, exigió por vez primera al meta Craviotto. La temprana lesión del visitante Calahorro acentuó la inercia albinegra. Un remate de Cubillas acabó en córner tras ser desviado por un zaguero. Era el minuto 8. Rubén Ramos embolsó el centro desde la esquina y Rafa Gálvez, poderoso, lo ganó por alto marcando el primer tanto.

En ventaja, el Castellón pasó un rato feliz. Volcó el juego por el costado diestro, donde Pablo Roig se asoció con clase con Muguruza y Caballero. A menudo los clubes buscan fuera lo que tienen en casa, y este es uno de los casos. Hasta que llegó Óscar Cano. El entrenador albinegro está valiente dándole carrete al chaval, y Roig suma en positivo porque interpreta como nadie el juego de posición, que ahora manda. En el minuto 16 rozó el gol: descargó para Caballero, que se la devolvió al espacio, y lanzó a Cubillas en el mano a mano. El rechace del portero le cayó de vuelta a Roig, en la frontal y algo esquinado. Probó fortuna, pero se le marchó fuera el disparo.

A medida que avanzó el juego el Castellón perdió algo de brío, regaló pases fáciles, deslavazado, y desde atrás se fue enredando. La amenaza de Zarzo orilló a Satrústegui, que pasó al lateral para formar zaga de cuatro. El Ontinyent no hizo sufrir pero tomó aire, enlazando varios córneres y viviendo más en campo contrario.

Una arrancada de Muguruza, un centro raso sin rematador, aupó de nuevo al Castellón, que llegó en ventaja al descanso, y entre aplausos.

Otra vez

Tras el descanso se repitió la historia. El Castellón marcó pronto. Otra vez una rosca dulzona de Rubén Ramos y otra vez un cabezazo franco. Esta vez anotó César Díaz, velocísimo toda la noche, vertical de cabo a rabo. Se gustó entonces el Castellón tras el 2-0, y dejó pasar la sentencia en una bonita jugada colectiva, sin que Roig ni Cubillas se animaran con el disparo. La última ocasión de peligro fue en el minuto 67, con César Díaz crecido, buscando el gol olímpico a pie cambiado.

No tardó en activarse el carrusel de cambios. El Castellón jugó a que pasara lo menos posible, bajó de nivel, pero redujo daños. El Ontinyent, castigado por otra lesión, lo intentó con escasa fe, remando en vano.