El 18 de agosto de 1947, a las diez menos cuarto de la noche, un infernal estruendo tiñó el cielo de la bahía de Cádiz de un rojo incandescente. Acababa de explotar un polvorín en la Base de Defensas Submarinas de Cádiz, donde entre 1942 y 1943 habían sido depositadas 2.228 minas submarinas y cargas de profundidad para afrontar la II Guerra Mundial en el supuesto caso de que España hubiese entrado en el conflicto bélico. Esa ensordecedora explosión causó numerosas muertes y destruyó viviendas. Más de 70 años después y en el municipio de Moncofa, a más de 800 kilómetros de aquella explosión, vive Manuel Martí, uno de los primeros marineros que en la noche del 18 de agosto de 1947 descendieron de unos camiones de color gris sobre una calle cubierta de piedras con el objetivo de ayudar a los heridos en aquella explosión.

Como relata José Antonio Aparicio en la web dedicada a dicho suceso, en el momento de la explosión Martí se encontraba en el cuartel de instrucción de marinería y tras escuchar la explosión y conocer lo ocurrido, «se giró y casi despidiéndose de sus amigos les dijo: 'Yo me voy'». y en total marcharon sesenta voluntarios de Marina por la carretera de Cádiz».

Manuel Martí junto a sus compañeros trabajaron de forma incansable por ayudar a los heridos en la explosión. Fue un día muy duro que, a pesar de que ya han pasado 70 años de la tragedia, el residente en Moncofa no va a poder olvidar.

Martí cumplirá el 2 de abril 93 años, tiene dos hijos, un bisnieto y en la actualidad vive con su perro, es fiel usuario de la piscina de Nules y hace recados en ese municipio. También ejerció como taxista.