Hacía un rato que el partido, el entretenido baile sin goles entre el Villarreal B y el Castellón, había acabado. Los futbolistas visitantes enfilaban el túnel de vestuarios y una voz ronca y grave quebró los murmullos y las palmas: ¡Álvaro, guárdate el rabo! El portero del CD Castellón miró al suelo y dibujó una media sonrisa. El grito era más soez que otra cosa, pero algo tenía de cierto, algo de titular servía.

Porque Álvaro Campos jugó ayer en el Mini Estadi, si atendemos a la terminología de la chavalada tuitera, con el rabo fuera. El Castellón se sostuvo en sus paradas y en su partido inmaculado para sobrevivir al caudal ofensivo del Villarreal B, líder destacado del grupo, y mantener hasta el final el pulso. Asido a Álvaro Campos, el conjunto orellut pudo incluso ganar: el debutante Jamelli tiró fuera la última y mejor ocasión, broche de un partido que tuvo de todo menos gol.

De principio a final, el fútbol surfeó un duelo siempre en movimiento. El filial ganó el primer córner, pero el Castellón pareció de entrada más cómodo. Los albinegros tenían muy claro cómo jugar, sobre todo dónde replegarse y dónde morder, dónde esperar y dónde apretar. Al equipo de Cano no le importó que a menudo la pelota fuera del Villarreal B, no le importó porque tenía un plan. En el minuto 3, un robo de César Díaz desembocó en una falta en la frontal, después de su típica carrera vertical. El Castellón transitaba por un partido que había imaginado antes. De esa convicción creció la confianza: Muguruza, que había enroscado antes la falta a la barrera, trató de sorprender al portero Fuoli desde el centro del campo.

Al Villarreal B le costó serenarse, reconocerse, y lo hizo asido al pie de Iván Martín. Hay situaciones que revelan la pasta y el carácter de un jugador. Iván Martín había sido la víctima más frecuente de las emboscadas prematuras del Castellón. Había perdido un par de balones de mucho peligro. Alguno se hubiera tambaleado, a continuación, pero el joven groguet no hizo sino mejorar a partir de leer esa situación de riesgo inicial. Salió ileso y reforzado entre líneas, jugándosela en el alambre con tesón y clase. En el minuto 26 hilvanó una jugada imposible y conectó con Simón en el área, cuyo remate repelió un zaguero evitando el peligro de gol. En el 38, otra vez Iván: trazó un pase elevado de fantasía, que Mario no supo definir, con el espacio a favor.

El Castellón enlazó entonces varias posesiones largas que le sirvieron para tomar oxígeno. Había perdido explosividad con la lesión de César Díaz, antes del cuarto de hora, pero Pablo Roig, el relevo, entró enseguida al partido con la intensidad necesaria. Cuando no les llegó con las ayudas y el orden, los albinegros mantuvieron el pulso por la eficaz escolta del portero. Álvaro Campos repelió antes del descanso tres remates del filial: un tiro raso de Mario, una volea empalada por Nikola y una comba que zumbó Quintillà.

Esa era la diferencia básica entre uno y otro: al Castellón le faltaba exigir a Fuoli, el portero local.

Segundo tiempo

Lo hizo al fin Cubillas con un cabezazo en el inicio del segundo tiempo, que se convirtió en un quien marca gana eterno. No marcó el Villarreal B porque Álvaro estuvo inmenso: en el 63 y en el 66 sacó a quemarropa dos cabezazos de Simón y Mario, ambos tras roscas de Quintillà desde la izquierda. Tuvo otra Mario en esos cinco minutos de exuberante despliegue amarillo, pero cruzó en exceso un pase largo y preciso de Fuoli.

Y no marcó el Castellón porque le faltó colmillo. Entre las cuerdas, evitó la lona al modo clásico, aferrado a una de sus múltiples texturas. Cubillas clavó las uñas al partido. De la nada ganó un saque de banda y de ahí Muguruza un córner, y de ahí la grada que se agita en plan ventisca, y de ahí una segunda jugada que Gálvez no emboca, y de ahí la inercia albinegra para los minutos finales. De ahí Cubillas otra vez para devolver con la testa la pared y plantar a Jamelli frente al debut soñado. Era el minuto 87 y fue la última. Jamelli frente a Fuoli, mano a mano. La tiró fuera.