No hay más ciego que el que no quiere ver, ni tampoco receta para quien no teme a la demagogia. O quizá sí, una pastilla, una dosis de hemeroteca, pueda solucionar ese negativismo en el que se ha instalado el Partido Popular de Almassora, que anda en modo Che Guevara prometiendo revolución contra la parálisis. ¿No les parece curioso que los más conservadores prometan cambio? Si todo progreso les parece mal, ¿de qué revolución hablan?

Lo cierto es que vienen elecciones y, emulando al comandante, sus discursos se enrocan en dos ideas y con ellas pueden estar días y días, meses, incluso años arengando al pueblo. Y esas dos ideas son: 'nosotros no lo hicimos en 12 años pero ellos tenían que hacerlo en cuatro' o bien 'si lo hacen ahora es porque vienen elecciones porque lo normal es dejar de trabajar en el último año de la legislatura'. ¿No?

Contra los discursos vanos, hechos visibles. Contra el 'pierden subvenciones', nada más y nada menos que 1,1 millones de euros de la Unión Europea en las ayudas del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder). Por no hablar de los proyectos educativos millonarios del plan Edificant (además del Regina Violant, que ya está pendiente de adjudicación), el 100% de la subvención de la Diputación para remodelar la calle San Luis y tantas otras obras incluidas en el presupuesto de Almassora de 2019.

Fíjense si eran malas nuestras cuentas que ellos, y el resto de grupos en la oposición -a excepción de Sergio Manrique- las votaron a favor en diciembre. Esa sí que es una revolución: nunca antes pasó en el salón de plenos de Almassora. Tampoco la deuda estuvo en el entorno del 10% ni hubo tantos metros de aceras accesibles como los que ya disfrutamos en la localidad (y los que nos quedan por remodelar).

Revolucionario es cambiar por alumbrado eficiente el de la Vila, el de los polígonos y el de las avenidas principales -éste último es uno de nuestros retos para 2019- para reducir la factura de la luz. Y ni de lejos se parece la redacción de la peatonalización de la Vila a un mero estudio topográfico inicial que nos dejaron sobre la mesa cuando abandonaron el gobierno local.

Nos pueden acusar de lo que quieran pero la estrategia de la revolución hace aguas. El compromiso de derribo del Grupo B por parte de la Conselleria de Vivienda les deja sin uno de sus 'filones' más recurrentes y cuando se formalice la adjudicación del Regina Violant ya no sé de qué vivirán.

Igual rehabilitar Santa Quitèria, remodelar todos los parques infantiles, ampliar la biblioteca, abrir el Museu del Joguet más grande de la Comunitat Valenciana, convertir los solares en aparcamientos gratuitos, defender a la cerámica local en Cevisama, habilitar un retén de la Policía en la playa, abrir la Oficina de Información de Rehabilitación, crear el bono cultural, convertir en sede del Instituto Tecnológico Cerámico el edificio fantasma que se dejaron sin estrenar, abrir la Unidad de Respiro para Familiares de Enfermos de Alzheimer, crear el primer Parque de Educación Vial, celebrar el primer simulacro de emergencias del Serrallo? igual todo eso y mucho más les parece parálisis, pero esa es la revolución: trabajo frente a la demagogia.