Poco debate sobre los números y mucha estrategia electoral marcaron ayer el pleno extraordinario para aprobar la plantilla y los presupuestos municipales de 2019, unas cuentas que ronda los 182 millones de euros y que deberán ser gestionadas en un alto porcentaje por el equipo de gobierno que salga de las urnas el próximo 26 de mayo.

No hubo sorpresas pese al habitual juego político de Castelló en Moviment de generar dudas sobre su voto final, que volvió a ser favorable a sus socios del Pacte del Grau, Compromís y PSPV. Así, pudieron sacar adelante los presupuestos tras aceptar siete de las ocho enmiendas de la formación asamblearia, que no pudo colar una partida para la puesta en marcha de una Oficina Antrifraude. Partido Popular y Ciudadanos, por su parte, tampoco se salieron del guión, hablando de una ciudad prácticamente paralizada y vendida a los «catalanistas». Las 30 enmiendas del PP y las 24 del Cs, como era previsible, se quedaron en el intento.

Y en el salón de plenos, una amplia representación del Grupo de Intervención de Proximidad (GIP) de la Policía Local, armados con chalecos amarillos reclamando una mejora en los complementos salariales que perciben y que fueron los protagonistas añadidos en un debate plenario donde todos los grupos les lanzaron guiños en defensa de sus reivindicaciones. La alcaldesa, Amparo Marco, aprovechó para decirles que sus peticiones «las estamos estudiando y van por buen camino, y este equipo de gobierno siempre cumple su palabra».

Analizando ya los presupuestos, la alcaldesa centró gran parte de su discurso en recalcar todo lo que se ha hecho desde 2015. «En cuatro años hemos impulsado inversiones de obra pública por valor de 90 millones de euros que han comenzado a transformar la ciudad», aseveró Marco, quien subrayó sobre todo «las inversiones sociales para que las personas más vulnerables tengan la oportunidad de una vida mejor». A su juicio, Castelló ha dado pasos significativos para «avanzar hacia la modernidad», con un Plan General «cada vez más cerca para diseñar la gran ciudad del siglo XXI».

Sobre las cuentas de 2019, aseguró que se han diseñado desde la más «estricta autonomía» de cada concejalía y «desde la negociación y el pacto de los tres grupos del Acord del Grau», destacando especialmente que los gastos de alcaldía bajan un 10 por ciento, aunque las cuentas suban un 3,29 por ciento». La alcaldesa hizo especial mención a las inversiones que esta captando el ayuntamiento de otras administraciones, en especial con los fondos europeos Edusi, y a la rebaja de la presión fiscal. Sobre este segundo punto, el concejal de Hacienda, Antonio Lorenzo, remarcó que por primera vez bajarán los ingresos por el IBI, pasando de 71 millones en 2018 a 69,7 millones en 2019.

Ignasi Garcia, que ejerció ya de vicealcalde en la mesa presidencial, señaló como portavoz de Compromís que las cuentas consolidan «las políticas para las personas y la cohesión social». Tras destacar la reducción de la deuda y de la presión fiscal, recordó que por tercera vez se realizan unos presupuestos con perspectiva de género. Sobre la Oficina Anticorrupción que reclama Castelló en Moviment, tanto Compromís como PSPV se mostraron favorables de cara al futuro, aunque Ignasi Garcia planteó que se denomine Oficina del Buen Gobierno. «Si es una cuestión de nombre, está todo solucionado», comentó posteriormente el portavoz de CseM, Xavi del Señor.

La formación asamblearia volvió a sacar pecho sobre su papel negociador, remarcando del Señor que CseM, desde la oposición , es el que marca el rumbo «en cuestiones trascendentales» como vivienda, empleo o la lucha contra la corrupción». Eso sí, advirtió que, de cara al futuro, habrá que redimensionar la figura del alcalde de turno, para que haye «cesiones de poder» y que el pleno pueda interpelarle.

Desde el PP, su portavoz, Begoña Carrasco justificó su voto en contra de los presupuestos por «sectarios», porque «aumentan el gasto» y por «tener una clave electoralista y llegar tarde». Vicente Vidal, de Ciudadanos, acusó al bipartito de «nula capacidad negociadora» y de estar a las órdenes de Xavier del Señor. «Aquí quien manda es él», espetó.