¿Desde cuándo escribe?

Desde que casi tengo uso de razón. Soy autodidacta, a los 18 años empecé a estudiar en horario nocturno.

Una cosa es escribir y otra publicar.

Colaboré una temporada en Levante-EMV con artículos de opinión.

¿Y la novela?

La empecé hace cuatro años, pero adquirí el restaurante y el jaque mate fue para mi porque me quedé sin tiempo. La tenía muy avanzada, pero en mayo le pegué un apretón y cuando estaba viendo como la editaba, tropecé con la autoedición de Circulo Rojo y me puse en sus manos.

¿«Jaque Mate» es un ajustes de cuentas con alguien?

Comenzó como un artículo de viajes, soy guia turístico, hablo alemán, inglés, algo de italiano y francés y he llevado gente de València al Tirol y Alemania en muchas ocasiones. En ese artículo describía esos sitios y cuando me di cuenta tenía mucha extensión.

¿Todavía hay tantos nazis?

En algunos casos aún hay, y ahora más.

La novela tiene una parte autobiográfica, ¿por qué Lluís Sáyago es usted, no?

Es evidente. Sáyago era el segundo apellido de mi suegro que era de la comarca del Sáyago en Soria. Se murió hace poco y es mi pequeño homenaje.

Pero no se casó con la alemana que conoció en Ibiza.

Conocí a Sabine en Ibiza y cuando dijo me fuí a Hamburgo y estuve con ella cinco meses. Estaba enamorado.

¿La familia de Sabine estaba llena de nazis?

No eran nazis pero había una diferencia de criterio tan grande entre el abuelo y el padre.

Hay mucha documentación de la II Guerra Mundial y de la organización secreta de la SS Odessa.

En los sitios donde no he estado están bien investigados. He visto casi todo el cine sobre el Holocausto y las guerras internas del Partido Nacionalsocialista. En el último viaje a Austria estuve en Mauthausen y en uno de los semisótanos de los hornos crematorios me encontré un papel en el suelo. Era de un chaval español que había escrito una frase de homenaje y admiración a su bisabuelo que había muerto allí.

¿Cómo se le ocurrió el secuestro del director del periódico «Hamburgue Abendblatt»?

«Abendblatt» significa vespertino, y mi novia Sabine trabajaba en ese periódico, de redactora de deportes.

Le ha salido una novela de espias.

Se inicia en los años 70, pero hago un «flashback» a los 40. Hay tres historias paralelas en tiempos diferentes que finalmente se juntan. Sabine debe conocer a su padre biológico y Sáyago se encuentra en un callejón sin salida que le obliga a desaparecer.

¿Satisfecho?

El crítico Manuel Pascua Mejía ha visto cosas que a mi me han pasado desapercibidas. Dice que cuando la enferma Dora Meyer se apiada de la criatura y su madre, envío un mensaje de compasión a las personas que estaban sufriendo el nazismo.

El libro acaba con una puerta abierta: «Juntos han de asumir una nueva misión...».

Y tan abierta... Tengo una trama medio ligada.

¿Dónde el protagonista también es Lluís Sáyago?

Él y McBreed (el agente del M16, infiltrado en la organización Odessa de las SS).