Aprincipios de año y de forma cíclica, tiene lugar en los diferentes órganos deliberativos de los entes públicos el debate sobre los presupuestos de cada uno de estos organismos. Ya sea a nivel estatal, autonómico o municipal, a la ciudadanía nos suele llegar información acerca de los mismos en grandes dosis, ya que suelen ser debates que generan una gran repercusión mediática, debido a que suelen producir 'tiras y afloja' entre los miembros del gobierno territorial pertinente. No obstante, muchos de nosotros seguimos teniendo la equivocada percepción de que el objeto de estos debates es algo lejano y, en muchas ocasiones, ajeno.

Durante las últimas semanas, una de las cuestiones más repetidas a nivel nacional ha sido precisamente la de si Pedro Sánchez va a ser capaz de aprobar sus primeros presupuestos. Evidentemente, teniendo en cuenta la fragmentación del actual panorama político, la consecución de acuerdos a nivel estatal -y en la gran mayoría de municipios y autonomías- conlleva ahora un profundo ejercicio de diálogo que dificulta en gran medida la adopción de acuerdos a gran escala. Los presupuestos -que no son una excepción a esta máxima-, no obstante, cabe entenderlos no como un elemento más de la remota cotidianeidad política, sino como probablemente la herramienta básica y necesaria para conseguir ajustar correctamente el difícil engranaje de la gestión pública del próximo año natural.

Sin embargo, más allá de las teatralizaciones y acusaciones casi habitualmente inherentes a las casposas artes políticas a las que nos tiene acostumbrados la derecha de nuestro país, la diferencia entre tener unos presupuestos progresistas y unos regresivos, es esencial en el devenir de nuestro día a día y, sobretodo, en el camino hacia una sociedad más igualitaria. Sin ir más lejos, los primeros presupuestos de Sánchez traerán consigo la mayor inversión en materia social de la última década, el aumento de las pensiones o el ya conocido aumento del Salario Mínimo Interprofesional a 900 euros, lo cual supone un incremento de más del 22% del SMI. De igual forma que es importante 'humanizar' los fríos datos macroeconómicos de los presupuestos, también lo es el territorializarlos. Los presupuestos del Partido Socialista para 2019, en caso de aprobarse, traerán consigo un aumento de la inversión del 70% en la provincia de Castelló respecto de los presupuestos de 2018 del Partido Popular. Queda demostrado, por tanto, que fijar a Castelló en el mapa no solo era posible, sino que era cuestión de voluntad política.

En clave local, el pasado lunes se aprobaron los cuartos presupuestos municipales de la legislatura. Estos presupuestos reflejan la culminación de cuatro años de gestión responsable y eficiente que además, constatan tras algo más de dos décadas en la sombra, un claro cambio de dinámica en Castelló. Amparo Marco y su equipo de gobierno han conseguido que pasemos de vivir en una ciudad nacionalmente conocida por cortoplacistas proyectos faraónicos y resonados casos de corrupción, a ser una ciudad íntegra que piensa en un futuro más a largo plazo: en solo cuatro años, se ha reducido la deuda municipal en un 75%, se ha reducido el IBI y se ha aumentado en un 650% el presupuesto municipal destinado a la mayor preocupación de los castellonenses: el empleo.

No obstante, al igual que sucede en otros ámbitos territoriales, más allá de las cifras, las vecinas y vecinos de Castelló encontramos la mayor y mejor prueba de una gestión responsable en nuestro día a día. En menos de cuatro años se ha demostrado que, si hay voluntad política, las cifras se pueden convertir en realidades. Por citar algunos ejemplos tangibles de ello, se ha remodelado la Avenida Enrique Gimeno, ampliado la red de carriles bici, se ha reformado el Maset Blau, aumentado el uso de los servicios de transporte público o recuperado la teleasistencia. Construir el Castelló del futuro es, sin lugar a dudas, un proceso a largo plazo, pero echando la vista atrás, creo que no cabe duda de que estamos en el camino correcto para conseguir que Castelló pase de ser una ciudad grande a ser una gran ciudad.