El Espanyol B conquistó Castalia y al Castellón se le congeló la sonrisa. Mala tarde para los albinegros: fin a la racha de cinco jornadas sin perder, primera derrota casera de Cano y la permanencia otra vez se atisba lejos, a cuatro puntazos. El filial del Espanyol ganó porque hizo mejor las cosas. Con la pelota halló la manera de desordenar la defensa local, casi siempre a través del desequilibrio individual de alguno de sus jóvenes talentos, y sin ella se defendió con la suficiente firmeza para que su portero, pese al ruido que envolvió el arreón final de los locales, se marchara sin una sola intervención de mérito, y feliz con el 1-2, tras el quiero y no puedo.

De principio a fin, el viento dificultó la tarea de los futbolistas. El Castellón lo tuvo en contra en la primera mitad. El partido amaneció remolón, con dos propuestas similares frente a frente. Ambos se aplicaron en la salida de balón, pero con resultados desiguales. El Espanyol B golpeó primero porque encontró un filón en su flanco izquierdo. A veces volcó la jugada haciendo que el Castellón saliera de su cueva, machacando entonces la espalda de los centrocampistas. Casi siempre dañó a Muguruza, que tuvo que correr hacia atrás demasiado. Por ahí llegó el 0-1, antes del cuarto de hora.

Moha adelantó al filial espanyolista con un golazo de categoría. Controló, se giró, condujo, midió, fijó y limpió a Muguruza y completó la diagonal hasta encontrar el hueco necesario para clavar en la escuadra el trallazo. El propio Moha había avisado un par de minutos antes, al recoger un mal control en el área de Mugu. El Castellón se ahogó en ese cuadradito que forman el central, el pivote y el lateral diestro. El Espanyol B encontró una playa en febrero. Por ahí se dejó caer también el punta Campu para enganchar un tiro tenso que aceleró el viento y que, apurado, repelió al córner Álvaro. Por ahí tejieron esos dos -Campu y Moha- una pared que exigió de nuevo de veras al portero.

Aún en el primer acto, el Castellón respondió un poco de aquella manera, a las bravas. Ni Jamelli ni Ramos marcaron diferencias en tres cuartos, como mucho cobraron alguna falta. Castalia se vino arriba en una sucesión de córneres y casi córneres con escaso premio: una vez Satrústegui casi remata, otra Muguruza casi inventa un nuevo regate y la última Gálvez casi, siempre casi, inquieta al portero Edu, que embolsó plácido el cabezazo. Era el minuto 39. El primer tiro local entre palos.

Segundo tiempo

Tras el descanso, el Castellón salió al verde con las ideas claras. Abrió campo y empezó el bombardeo. En menos de cinco minutos: centros de Satrústegui y Muguruza con casi remates, córneres y un cabezazo de Regalón que se marchó fuera por poco. En el 50 el portero visitante sacó de puerta y el viento frenó tanto el vuelo que pareció un saque de alevines. Castalia se relamía para el asedio, pero el Espanyol salió del apuro con cuajo: mascando jugadas, robando muy arriba. Tuvo premio.

Igualado el pulso, Cano sentó a Gálvez e introdujo al punta Jairo. El partido abrazó la ida y la vuelta. Ida: balón en área pequeña que no caza Campu por un pelo. Vuelta: descarga atinada de Muguruza que Ramos remata muy alto. Incluso hubo ida, vuelta y revuelta. Ida: un córner del Espanyol. Vuelta: contra del Castellón. Revuelta: jugada sin acabar, maniobra de Bermejo y 0-2 de Campu.

Flecha en el costado. Era el minuto 68 y olía a sentencia. Cinco minutos después, Cubillas se inventó un penalti que aseguró Rubén Ramos. Con 1-2 el Castellón percutió de manera primigenia, entre alaridos, sumando hombres de ataque por fuera y por dentro. Se desnudó y se volvió a tapar, midió la coraza del Espanyol B, pero no supo meterle mano. El farol albinegro incluía balas de fogueo. El filial no entró en pánico y ese fue suficiente mérito.