Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Música

«Esto es jazz, amigos»

«Esto es jazz, amigos» J. PEÑARROJA

El fuerte viento y frío que la noche del sábado peinaba las calles de Castelló azotaba a un público que vino a ver a Antonio Serrano y se encontraron con Dee Jay Foster, Esteve Pi, Albert Sanz y Bob Sands sustituyendo al armonicista madrileño que, por problemas de salud, tuvo que suspender el concierto, cambiando la programación en el último momento.

Un Dee Jay Foster al contrabajo que sonreía cuando miraba a sus compañeros y que bailaba al walkin' de Backstairs, mientras que sonaba como un pesado y grave metrónomo perfectamente afinado y melódico en I'll be seein' you, en el que la conversación con el piano alcanzó unos límites de excelencia muy elevados en la ejecución. Un contrabajo que ensambló perfectamente la sección armónica con la rítmica, preparado para erizar el vello de el público en las baladas, y para hacer bailar en la butaca a los espectadores en los tempos medios y rápidos.

Para completar la sección rítmica, es imposible dejar de lado la mano izquierda de Esteve Pi. Esa mano izquierda que espera su turno, que controla las dinámicas y que se mantiene quieta encima de la caja, mientras su baqueta repiquetea el parche y juega con el charles. Una batería que entró apabullante marcando el tempo en Lotus Blossom, tema que se transforma rotundamente cuando entra la sección rítmica. Destacable fue el viaje al trópico al que nos llevó Esteve en Angelica jugando con unos timbales abiertos, graves y muy afro-latinos a los que el los espectadores no pudieron evitar acompañar golpeando suavemente contra los reposabrazos de sus butacas. Cuando el público no puede evitar hacer esto, es que algo les hace bailar. Y este fue Esteve Pi.

Albert Sanz, posiblemente la figura con más proyección del jazz valenciano y uno de los mejores jóvenes jazzistas en europa, se mostró cercano, dulce, punzante y muy elegante. Una de las cosas más destacables de este pianista es precisamente el virtuosismo en las armonías. Unos acordes muy abiertos que aportan un ambiente más propio del Cool y del West Coast es lo que pudimos escuchar anoche en el piano encima del escenario. Con la dulzura con la que entró en Lotus Blossom, propia del músico que puede llenar un escenario desde la sencillez y la elegancia, más que desde la pirotecnia innecesaria, sin condescendencia y sin barroquismos. Lo podremos escuchar en diversos proyectos junto a figuras como Javier Colina en próximos conciertos en los que viajará por toda Europa. La elegancia por encima del exceso en las ochenta y ocho teclas.

El norteamericano Bob Sands quieto y estoico en sus movimientos, al contrario que su música. Una melodía perfecta en las baladas y unos agudos rasposos y punzantes en los temas con más swing. Un saxo tenor que nos acercaba a los tonos melódicos de Lester Young o a la explosión de Dexter Gordon por momentos, pero que no perdía en ningún momento su personalidad propia. «Mi madre era cantante en los cincuenta. Yo tocaba el saxo alto cuando era pequeño, pero un día entré en casa y estaba escuchando este tema de Dexter Gordon. En ese momento vi que mi instrumento era el tenor», confesaba al presentar Backstairs. «Esto es jazz, amigos. Así que vamos a jugar un poco, como si fuese un ensayo. La voy a empezar yo, ok?» decía entre sonrisas a la banda para presentar Angelica. Y sí, eso fue jazz.

Compartir el artículo

stats