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Opinión

Realismo

Nadie discute la evidente mejora del Castellón. La sola marcha de Guti, cuyo fichaje nunca salió nadie a reivindicar, ya supuso un alivio. Pero, además, y como pedí desde esta misma sección, la mejor garantía de éxito para el necesario refuerzo de la plantilla pasaba por la asunción de responsabilidades por parte del nuevo entrenador, ergo es evidente la patada en el culo del director deportivo, para que no moleste, quien así goza de más tiempo para alimentar sus trolls, que visto lo visto es para lo único que sirve, para el proselitismo barato en las redes, soez en tanto que de mal gusto y cobarde por anónimo; aunque bien mirado, dado lo pronto que lo han cazado, ni eso ha sabido hacer.

Han llegado fichajes de reconocida solvencia que, justo es decirlo, solo han sido posibles previo el generoso desembolso del dinero de Garrido, oséase engordando ese déficit con que ya nos amenazaron en la junta general de accionistas. Al menos en este capítulo se podrá considerar justificado el agujero y sólo queda abierta la duda sobre el motivo de otros 800.000 euros. Lo normal, vino a decir Garrido.

Todo ello, unido a una buena racha de resultados, con empates de prestigio en Barcelona y Vila-real que entre medias se refrendaban con un triunfo en casa, abrieron de par en par las puertas de ese optimismo que caracteriza el tradicional vaivén emocional de Castalia. Tan pronto hundido en la miseria, Guti y Guerrero mediante, como exultante tras la reacción descrita.

Pero no. La visita del filial espanyolista nos devolvió a la crudeza de una alarmante clasificación. La permanencia no va a ser fácil, y no está garantizada ni por la llegada de Óscar Cano ni Rubén Ramos -que bienvenido sea su fútbol-, ni la reubicación de Muguruza, ni el cambio radical exhibido. Sobra relajación y confianza, la del primer tiempo, y hace falta más empuje y unidad, la del segundo. No creo que sea negativo reconocerlo. Al contrario, supone una llamada a esa afición para sumar su implicación.

Viene a ser lo mismo que vengo denunciando en el apartado mercantil. La aparición de Garrido no nos ha salvado -per se- de la amenaza de disolución, por mucho que haya puesto o dicho que va a poner, y parecemos haberlo olvidado. Tan es así que a quienes nos empeñamos en recordarlo se nos anatemiza por parte de aquellos que, no ha tanto, exigían la trasparencia a los anteriores mandatarios que ahora nos hurtan. La falta de respuesta a las demandas contra Castellnou y David Cruz no favorecen otra lectura. Pero, y copio ''entusiasmado'', los conformistas quieren hacernos creer que la lata -el miedo- suena distinta según quién mea.

Cánticos

Reconozco que me emociono sobremanera cuando Castalia entona mi fiel amigo. Supongo que lo mismo pueden decir los aficionados de otros equipo, porque muchas de las canciones de ánimo son en puridad adaptaciones; pero, y siempre después del himno por razones tan obvias como sentimentales, los compases iniciales del no me importa lo que digan, confieso que conmueven mi atribulada alma.

Son muestras de orgullo tribal a las que cada uno apelará según su adn, y lo que es más importante, sin necesidad por ello de provocar o molestar a nadie. Lamento, critico y exorcizo a quienes por contra apelan al insulto como muestra de autoexaltación, ora al Villarreal -un lamentable clásico- ora, como este domingo, al Espanyol, y me da igual la autoría. No me gusta. Y en este caso escribo mi repulsa por tan desagradable voz lanzada desde Gol Norte Bajo. Ese tipo de fobias al final colijo no obedecen a otra cosa que a la puta envidia.

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