La antesala de la cita electoral, municipal y autonómica, del próximo 26 de mayo presenta un ambiente tan movido como incierto por mor del cataclismo de Andalucía, en el que las urnas se han llevado por delante treinta y seis años de Gobierno socialista, el resquebrajamiento del PER y la voladura del inmenso pesebre público en el que se han cebado miles de fieles compañeros de partido y amigos incondicionales. La inesperada bomba explosionó en cuatrocientos mil votos de VOX, un partido de derecha pura y dura, basado en la épica, cuyo líder, Santiago Abascal, monta a caballo y desprecia lo correctamente político, sin obviar que ahora está discretamente callado. Aquellos polvos pueden traer los lodos que ya vaticinan diversos sondeos demoscópicos. La nueva situación sociológica que viven las tierras andaluzas podría repetirse en buena parte del territorio nacional, incluida la Comunitat Valenciana.

Aquí se detectan miedos fundados entre los socios del Pacte del Botànic, manejan encuestas internas que les quitan el sueño. Y es que la irrupción de VOX produce un corrimiento de intención de voto hacia la derecha que compensa el desgaste que puede apreciarse en el Partido Popular. De tal forma que en casi todas las encuestas recientes, no me refiero a las encargadas por los propios partidos, la suma de los grupos conservadores supera el cincuenta por ciento.

El fenómeno sociológico surgido en Andalucía, según las encuestas, prende como la pólvora. En pocos meses las expectativas electorales están dando un sensible giro, ahora mismo acelerado por la actuación del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sumido en un arriesgado triple salto mortal en su estrategia con el independentismo catalán en el intento, seguramente baldío, de sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado. Voces poco sospechosas de colaborar con las fuerzas de la oposición señalan la gravedad de las decisiones de Sánchez, algunas con palabras gruesas. En ese sentido, significados barones del PSOE vienen manifestando estupor y rechazo a la estrategia gubernamental con los golpistas catalanes, que en puertas del más importante juicio de la democracia española están consiguiendo crear un clima propicio a sus fines, enfrentando a los partidos constitucionalistas.

El periodista Iñaki Gabilondo opina con estupor cómo Sánchez ha cometido el grandísimo error de ceder ante la extorsión separatista. Gabilondo titula su comentario: El relator, un gol de Torra por toda la escuadra. Para el veterano compañero, tampoco sospechoso de veleidades conservadoras, la situación es clara: "la figura de un puente entre el Gobierno y la Generalitat me parece confusa, innecesaria, peligrosa y un patinazo de Sánchez".

Alfonso Guerra, azote de la derecha en la Transición, sigue dando muestras de su talla intelectual y sentido del patriotismo. El que fuere icono del socialismo español y uno de los inspiradores de la Constitución del 78, no ha tenido pelos en la lengua al referirse a la cesión de Sánchez ante Torra: "Los que han negociado tamaño desatino, ¿con qué país equiparan a España? ¿Con Yemen del Sur, con Burkina Faso?". Guerra, que coincide con muchos de los veteranos socialistas desterrados de Ferraz, no deja de repetir que es contrario al sistema de primarias, argumentando que las mismas abocan al cesarismo. El miércoles, en el Palacio de las Cortes, Guerra presentó su último libro: La España en la que creo: en defensa de la Constitución, y advirtió que "a diferencia de otros, este libro lo he escrito yo" en clara referencia al texto anunciado por Pedro Sánchez con el sugerente título: Manual de resistencia. Publicación a la que ha dado "forma literaria" Irene Montero, secretaria de Estado de España Global, y sobre la que Salomé Pradas, senadora y concejala castellonense del PP, ha solicitado al Gobierno copia del contrato de edición. Atentos a la chistera de Iván Redondo, ex asesor pepero y ahora cerebro gris de Sánchez en La Moncloa y Ferraz. A ver qué novedad aporta Redondo al show de publicidad y marketing creador del sanchismo, esa fuerza de la prestidigitación política exenta de escrúpulos. Igual un día nos desayunamos con el presidente en Gran Hermano. Viva el reality por el poder, aunque en el empeño España quede desquebrajada.

Mientras arrecian las críticas protagonizadas por relevantes socialistas y el bloque conservador convoca una concentración popular para el próximo domingo en Madrid contra Sánchez, éste hace mutis por el foro y se larga a Estrasburgo para asistir al Consejo de Europa y reunirse con el presidente del Tribunal de Derechos Humanos. Según Moncloa para contrarrestar la estrategia de los independentistas en los foros europeos donde pretenden hacer ver que España es una dictadura. Bien está que cuide la atención de las estructuras de la UE, pero ahora mismo quienes necesitan respuestas claras y convincentes son los españoles, además de sus propios correligionarios que en gran número se han puesto las manos a la cabeza ante el camino emprendido por el Gobierno y el PSOE: Emiliano García-Paje, Soraya Rodríguez, José Luis Barreda, Patxi López, Guillermo Fernández-Vara, Javier Lambán más un largo suma y sigue. El president de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, socialista con gran sentido de Estado, ha urgido a clarificar la figura del "relator", subrayando que "no deben haber dudas que no hay ningún tipo de necesidad de intervención foránea". Veremos.

Volviendo a la política autóctona, obviando de momento el cacao maravillao que hay montado en el Ayuntamiento de Castelló, ocasión habrá de hablar de ello con más información y perspectiva, existe un líder que duerme a pierna suelta liberado de la responsabilidad electoral y del futuro supeditado a las urnas. Voltaire dejó dicho que entre todas las cosas siempre prefirió la libertad, principio que ojalá prendiera en la clase política que nos toca en suerte, en general dispuesta a conservar su puestecito/puestazo y peculio acosta de lo que sea. Vamos, hasta de emplear la cicuta.

Cierto es que existen rara avis, tal es el caso de Javier Moliner, actual presidente de la Diputación, al que Carlos Fabra tacha de traidor señalando que su gran delito ha sido acabar con el fabrismo. Acción de Moliner que debería ser públicamente reconocida como un acto de desinsectación en pro de la sociedad castellonense. Empero, que nadie se lleve a engaño, el sucesor de Fabra no ejerció de Bruto, sus decisiones fueron las esperadas en cualquier líder decente que se precie. Hoy Moliner ya tiene las maletas preparadas para abandonar la política. Cierto es que el día que hizo pública la decisión la sorpresa fue general. Al poco de la noticia coincidí con Isabel Bonig y me confesó que estaba a cuadros, por no entender tamaña salida del líder popular que en agosto cumple cuarenta y cuatro años.

Recientemente tuve ocasión de tomar una largo café con Moliner y pude confirmar que la decisión de decir adiós a la política institucional es coherente con las convicciones que atesora. El poder suele resultar embriagadora droga de la que es difícil desengancharse. Moliner que es joven y listo, pone en práctica la frase de Napoleón de que una retirada a tiempo es una victoria. Regresa a la vida profesional y recargar energías desde el espacio que ocupan el común de los ciudadanos, aplicando aquello de tiempo por venir futuro. Aunque siempre como militante del PP, así se lo ha expresado a Pablo Casado. Sólo por el desmantelamiento efectivo del fabrismo, Javier Moliner merece consideración.