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Goleada para recuperar la fe

El Villarreal firma un destacado partido, guiado por Cazorla, y supera a un indolente Sevilla con los tantos de Álvaro, Ekambi y Pedraza

Los amarillos se abrazan tras el 2-0. Paco Poyato/ACF

Quizás la victoria en Lisboa, en un partido que molestaba más que otra cosa, haya sido el punto de inflexión que necesitaba el Villarreal. Y quizás el triunfo de anoche ante el Sevilla sea el revulsivo que buscaba el equipo para resucitar en Liga. Pero antes de que saber si estas suposiciones se tornan en certezas, toca disfrutar de las sonrisas. Porque el submarino ríe después de mucho tiempo y, sobre todo, toma aire en la lucha por la salvación.

El conjunto de Javi Calleja sumó su cuarta victoria del curso, segunda en casa, y se queda a un punto del Celta, que marca la salvación. Ahora todo se ve de otra manera. El equipo acumula cuatro partidos consecutivos sin perder, y dos victorias seguidas. Además, son tres los partidos sin encajar. La línea de tres centrales se puede apuntar un tanto, más en un partido en el que el equipo saltó sin Fornals, Gerard ni Jaume Costa en el once. Bacca y Ekambi fueron los responsables ofensivos, y Bonera, Álvaro y Víctor Ruiz se encargaron de la retaguardia.

Pero, pase lo que pase, quédate siempre con alguien que tenga la fe de Santi Cazorla. El asturiano era prácticamente un exjugador cuando regresó el pasado verano al Villarreal. Era lógico desconfiar sobre el rendimiento de su retorno, más cuando llevaba dos años sin pisar un terreno de juego. Ahora el asturiano es el mejor argumento que tiene el submarino para creer en la salvación. El menudo centrocampista demostró una vez más que menudo es. El equipo se movió a su compás en un primer tiempo para enmarcar, más que por el buen juego, que también lo hubo, por la actitud y la efectividad amarilla.

El peligro de un dominante Villarreal se había generado en los pies del internacional que, con un disparo lejano, había avisado de sus intenciones en el minuto 10. Dos minutos después, un disparo suyo mordió en un defensa; el rechace lo intentó rematar Ekambi, pero lo que consiguió fue una amarilla por manos involuntarias. Cosas del colegiado González González que, un rato después, perdonó la expulsión del camerunés por una manos, ahora sí, intencionadas.

El gol se olía, se percibía en el ambiente. Un Sevilla indolente, sin brújula por la baja de Banega, era incapaz de pasar del centro del campo. El submarino asediaba a Vaclik que, en el minuto 20, vio como Cazorla sacaba a pasear su arte con un espléndido lanzamiento de esquina. Se anticipó Álvaro González a Wöber para adelantar a los suyos.

Con el refuerzo del tanto y del dominio, el Villarreal se lo creyó. A pesar del contratiempo de la lesión de Bonera, no se descompuso el conjunto de Calleja. Era el momento de sufrir, y los amarillos aguantaron. Salvó Asenjo un disparo a bocajarro de Munir, y el hispano-marroquí mandó alto un centro de Roque Mesa, que había controlado con la mano.

Se superó la media hora de juego, y el Villarreal recuperó el dominio. Lo demostró con un pase de orfebre de Cazorla, que no alcanzó a rematar Iborra. Se cruzó bien Kjaer. Y Bacca, al filo del descanso, remató en el interior del área. Detuvo Vaclik.

Cuando el reloj marcaba ya el 45, el equipo azulejero demostró que está mudando de piel. El equipo concretó una delicada combinación, que terminó en un pase de Iborra al corazón del área. Rodeado de defensas, Bacca se inventó un taconazo que dejó a Ekambi solo. A portería vacía, con algo de suspense, el delantero anotaba el segundo.

Impotencia andaluza

La segunda mitad arrancó con la salida al campo de Ben Yedder y Sarabia. Adelantó líneas el Sevilla que se puso a jugar con un 4-3-3. Por un momento, sobrevoló el estadio el fantasma del Espanyol. Dos goles de ventaja, pero empate al final. Pero demostró el equipo de Machín una preocupante falta de ideas.

Es cierto que obligó a recular al Villarreal y, durante unos minutos, lo encastilló en su área. Los centros de Sarabia y Promes permitieron a Munir y André Silva plantarse ante Asenjo, pero el palentino intervino bien cuando se le requirió. Durante los primeros 20 minutos del segundo tiempo, el guardameta amarillo sacó un lanzamiento de Sarabia desde la derecha, un remate de Munir y un disparo en el área de André Silva.

La efervescencia de los hispalenses se rebajó con el paso de los minutos. Además, la salida al campo de Fornals y Morlanes reforzó el centro del campo amarillo, y abrió la puerta para las contras del equipo de Calleja. Así, en medio de la tormenta, cuando faltaban cuatro para que se cumpliera el minuto 90, Pedraza robó un balón en su propio campo. Puso el turbo para recorrer la banda izquierda, plantarse ante Vaclik y batirle por debajo de las piernas. Un monumento de jugada que resolvía el asunto.

En las postrimerías, perdonó Ekambi la goleada de escándalo con un balón la poste. Pero poco importaba porque al final todo fueron aplausos y sonrisas. Una bocanada de oxígeno que permite creer en que se puede. Un partido que resucita a un equipo que era zombi.

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