Pensaba que ya lo había visto todo en política, craso error. Años atrás, desde mi columna diaria de director de Heraldo de Castellón, escribí sobre diversos personajes que nos deparaba la clase política de entonces. Llegué a comparar a un alto cargo de la Generalitat de Francisco Camps con el hombre botella, por la innata habilidad contorsionista del tipo. Hoy me ha venido a la memoria el referido artista al ver en diversos foros al presidente/candidato Pedro Sánchez, para el que el hombre botella es un aficionado. Ciertamente la picaresca que tan bien relató Quevedo en el Siglo de Oro la lleva en vena buena parte del paisanaje patrio, una genética que en la clase política ha desarrollado semejante proceso evolutivo en el que la sagacidad ha superado al talento, en un devenir actual de gallinero público con más testosterona que nunca y menos grandeza desde que nos alcanza el recuerdo. Como resultado final, el mundo del espectáculo a base de efectismo y astracanada ha entrado, tan ambicioso como arrollador, en los partidos, los hemiciclos, las televisiones y la calle, todo ello además contaminado con la propaganda dirigida por la batuta de expertos en marketing, equilibristas de la palabra y escribidores de panfletos. En semejante erial gris marengo, la estrella de Sánchez brilla con luz propia.

Pedro Sánchez vuelve a jugar en el terreno que más le gusta, el de la osadía. Y antes de que se le ocurra a Iván Redondo, el gurú personal del presidente/candidato, diré que en estos momentos decisivos en los que el reloj comienza a marcar inexorable las horas que nos llevan al 28-A la película que protagoniza el apuesto Sánchez es sin duda Solo ante el peligro, pero con mucha más audacia que Gary Cooper y, por supuesto, el doble de testosterona. El español no solo tiene garbo y apostura, posee un equipo capaz de dar la vuelta a la tortilla en situaciones en las que Arguiñano y Berasategui juntos fracasarían. Alfonso Guerra va el pobre hablando de su libro, diciendo las verdades del barquero, reivindicando las esencias del PSOE de don Pablo con el que sueña comiendo lentejas en Casa Labra, cuando el socialismo valiente tenía principios y la honradez era su bandera. Guerra, Felipe y toda la recua de viejos socialistas que hicieron posible esta ejemplar democracia, tienen la contienda perdida. La informática y el gran hermano de las redes hace tiempo que se llevaron por delante la pulcritud de los manguitos, que era la esencia de una doctrina política basada en los principios. En Ferraz triunfó el voto del militante que es la mayor fuerza que puede revestir de autoridad a un líder llevándolo al cesarismo, como señala Guerra predicando en el desierto. Y es que el Partido Socialista ya no es lo que era. Ni mejor ni peor, diferente. Al punto de que se ha convertido en una empresa de manufactura política en la que sus principales ideólogos vienen de la calle: Iván Redondo, despechado con el PP después de prestar brillantes servicios en Extremadura y Badalona, e Irene Lozano que hizo sus pinitos en UPyD hasta acabar riñendo con Rosa Díez. Es la nueva fórmula socialista, la del mesías dispuesto a refundar las letras de imprenta de don Pablo, a base de menos consensos orgánicos y más decisiones caudillistas, alentado por mentes frescas de fuera del aparato de siempre. Maquiavelo y Groucho Marx van de la mano en la nueva resurrección de Sánchez.

De las novedosas estrategias que a buen seguro iremos descubriendo en los próximos días ya cabe señalar una nada baladí, que algunos han corrido a bautizar como el Armagedón social de Sánchez, dirigido a la menguada clase media que es la que aún lee algo en este país en el que cada día cierra una librería. La definición social del texto presentado por el presidente ayer jueves es de lo más correcta, pues en el manuscrito elaborado por Irene Lozano, a la sazón secretaria de Estado de la España Global, poco o nada se atisba desde los planos literario e intelectual. Manual de la resistencia es la obra y milagros del perdedor que quería presidir el Gobierno y lo consiguió con la moción de censura contra Mariano Rajoy, en el momento en el que ni siquiera era diputado a Cortes, hecho inédito en nuestro sistema democrático. Es la ¿fascinante? historia de un hombre obstinado dispuesto a todo por conseguir el poder, escrita en forma de culebrón con aristas envenenadas. Después de ser contada por vía oral, según ha desvelado Lozano, escribidora de las confesiones del jefe. Atentos sin desdeñar la obrita de autoafirmación, que seguro que hace papel. Es de esperar que la editorial no le pida a Sánchez que haga bolos para la firma de ejemplares, con portada muy parecida Belén Esteban forma colas kilométricas al igual que Jorge Javier Vázquez. Las confesiones de los famosos arrastran a las masas y si se trata del nuevo Kennedy a la española, ni te digo. Las cifras de preventa ya estaban al nivel de Dan Brown. En fin, viva la engañifa en aras de la megalomanía.

Despojado de cualquier atadura, con la fuerza del poder absoluto, Pedro Sánchez comienza a dar señales del nuevo partido que está rediseñando. Las cabezas de quienes osan cuestionarlo acabarán rodando en tropel con la confección de las listas de abril y mayo. Desea acapararlo todo para situarse en el centro sin olvidar el discurso social de la izquierda, que también podría aprovechar la derecha miope, enrocada en atropelladas declaraciones acompañadas de excesivo postureo, sembrando desconfianzas que benefician a la inaudita audacia de quién ya llaman Pedro Sin Miedo. El cobre se batirá con la unidad de España y el grave problema que supone el independentismo catalán que va haciendo camino, aunque sus máximos muñidores estén encarcelados y sometidos a juicio. Sin embargo, cuidado deben tener los constitucionalistas del llamado centro derecha de no hacer ascos al discurso social y de medidas concretas que Sánchez está dispuesto a ejecutar con los resquicios del Estado que le queden en su poder. No existe dispositivo electoral más potente que el Boletín Oficial del Estado. Y aquellas medidas que afecten en positivo a buena parte de la ciudadanía, golpeada por la crisis y vuelta a golpear por el devastador cambio de cultura que ha fundido el estado del bienestar, harán bien las opciones conservadoras en no cuestionarlas. Incluso deberían incorporarlas a sus programas electorales. Más que en Cataluña millones de españoles diezmados por las injustas desigualdades laborales y la precariedad de los empleos estarán atentos al salario mínimo, a la cobertura del desempleo para mayores de cincuenta y dos años, las pensiones y seguramente a alguna medida más con la que nos veremos sorprendidos en los dos consejos de ministros que aún le quedan a Sánchez en la recámara. El presidente de la CEOE ya lo ha visto venir elevando la voz de alarma en defensa de los intereses empresariales. El centro derecha se equivocará si pretende convencer a los vapuleados contribuyentes de que no son convenientes medidas que les benefician directamente. El actual inquilino de La Moncloa va a jugar en terreno propicio y el viento electoral está soplando a su favor. Que nadie dé por acabado a Pedro Sánchez. Este muerto ha demostrado muchas veces que está muy vivo.