En un salón de actos del Casino Antiguo lleno a rebosar y en el marco del festival literario Castelló Negre, Julio César Cano presentó ayer al público de la capital de la Plana su nueva novela 'Flores muertas', la cuarta entrega de la saga del inspector Monfort.

En esta ocasión el autor rescata parte de su pasado como músico y resalta la faceta melómana de su personaje fetiche, que «lo acompaña en la soledad de su carácter», como apuntó ayer el propio Cano en la presentación.

Un acto que al igual que el famoso inspector impregnó la sala de carácter vilafranquino, con muchos oriundos de este municipio de Els Ports entre el público asistente. De hecho, Cano indicó que al universo espacial de su personaje se añade una nueva ubicación, dado que un familiar suyo y una parte importante de la trama ocurren en Peñíscola. Se «completa» así la cuarta cara del dado, como indicó el escritor, que componen Barcelona, Vilafranca, Castelló y, ahora, Peñíscola.

Se le desvela poco al lector al revelar que el libro se inicia con la muerte de un cantante tras un concierto, ya que la propia promoción del libro ha ensalzado una frase con indudable gancho literario: «Los viejos rockeros, a veces, mueren». Una analogía que realizó ayer la editora de Cano en la presentación y que no terminó de gustar al escritor, quien con una sonrisa adujo: «Ya sé que soy un viejo rockero, pero no me lo habían dicho nunca».

Cano habló del último concierto que dio junto a su banda una fría noche de abril en Miranda de Ebro y evocó cómo aquella decisión le llenó de satisfacción porque, como matizó, «era un punto y a parte, que sería un punto y seguido» para poder dedicarse a escribir sobre aquello que había vivido en este mundo desde la faceta de mánager y músico.

En este sentido, el título de la novela incide en la trama ya que 'Flores muertas' es una canción de country rock de The Rolling Stones ( Death Flowers, Sticky Fingers, 1971), que supuso un cambio de estilo y de formación en la más que mítica banda británica.

Edificio de Correos

La portada muestra el edificio de Correos de Castelló, un ejemplo de modernismo valenciano y arte mudéjar construido en 1932. Los escenarios de las novelas de Cano son esenciales en su composición y éste en concreto merece para el autor «la portada de cualquier cosa un libro, un cd, lo que sea», pero no quiso desvelar más que se trata de una ubicación sobremanera significativa en la novela.