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Las cuarenta

Dos bofetadas

Mira que lo llevo diciendo hace tiempo. No se puede cerrar el convenio de cesión de Castalia o exigir el oneroso óbolo de una ciudad deportiva para beneficio propio, ni con las dudas sobre quién manda en el Castellón ni con la incertidumbre sobre su futuro deportivo. Y en cosa de días le han dado sendos sonoros bofetones a Vicente Montesinos de los que dejan señal.

No hace falta incidir en la crítica clasificación. Pasa factura, y de las caras, el desmantelamiento de una plantilla cohesionada por encima de sus cualidades técnicas, pero sobre todo estamos pagando la nefasta planificación de fichajes, que ha tenido su triste corolario con la campaña de ¿refuerzos? de invierno. La excusa del dinero dilapidado o la bronca al vestuario del dueño de los errores no eximen de responsabilidad al nefasto director deportivo y a quien le sostiene en el cargo, todo lo contrario, todavía soliviantan más los ánimos, porque mientras no se atisbe una mínima asunción de responsabilidades devendrá imposible esperar de ellos los remedios básicos.

Huelga decir que los jugadores son los que al final están solos sobre el terreno de juego y si no dan la talla es porque no saben más. Por eso estamos jodidos. Pero convertirlos en el principal, cuando no único chivo expiatorio, siendo también de quienes depende enderezar el ridículo actual, suena más a provocar la ira de la grada, a empujarlos para que tropiecen, que a fomentar la unidad que requiere tan caótico momento en espera del milagro.

La culpa se sienta en el palco y, visto lo visto, no merecen credibilidad para gestionar nuestro futuro ni en Tercera División. Alguien dijo a la salida de Castalia que sólo nos queda confiar en que Garrido compre a los rivales. Cuesta aceptar esa tesis. Y dudo que en caso de descenso estuvieran todos dispuestos a mantener el chiringuito y, en consecuencia, si ello puede favorecer la regeneración necesaria en forma de la definitiva ampliación de capital, abierta y transparente.

En el juzgado

Por eso es fácil colegir que Montesinos intentaba desvirtuar la comisión municipal que debe negociar la cesión de Castalia, por miedo a destapar aquél acuerdo. Por mucho que el PP diga lo contrario, después de las elecciones nadie aceptará ese juego. El postureo de reunirse con el resto de partidos políticos antes que con la alcaldesa, le ha salido tan mal que ya no es un interlocutor válido.

Pero lo peor de esta comparecencia judicial fue soportar la mentira de que Montesinos desconoce la existencia de una demanda que reclama la indemnización al club de 5,5 millones de euros, correspondiente a la presentada por Sentimiento Albinegro contra Castellnou. Extrañado, el fiscal le invitó a que se personara en la causa y explotara ese filón, lo mismo que le han reclamado accionistas, la prensa -¡¡la imparcial, no iba a hacerlo la oficial!!- y hasta las instituciones públicas. Hacer justicia y recuperar lo expoliado. Pero no.

Ni que decir tiene que es más fácil esparcir la teoría de la conspiración. Han sido tantos los años de desgracias que el consejo ha sabido hacer germinar ese falso y chovinista consuelo, al elevado precio de la división del albinegrismo entre victimistas e inconformistas. Y no como antes, que todos llorábamos si se perdía, todos criticábamos lo que se hacía mal y todos exigíamos que nadie hiciera política ni negocio con el CD Castellón. Ya nada será igual.

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