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Del Mijares para todo el mundo

El río que desciende hasta la Plana encuentra a su paso, desde Gúdar, una vega fecunda de personas que ha dejado huella en el carácter de Castelló

Del Mijares para todo el mundo

­­­­­­­Cuenta la leyenda que los cargos públicos del antiguo Reino de València que procedían de las comarcas castellanoparlantes del interior, cuando tenían que jurar su incorporación a un nuevo puesto pronunciaban solemnemente: «Yo churro». Más probable resulta pensar que la gente del litoral los llamó xurros por su estrecha familiaridad con esa raza de ovejas que nunca se debe confundir con las merinas.

El caso es que los naturales de la Plana, fruto de esta relación con los que vivían a orillas del río Mijares, más allá de Onda, fueron conociendo sus costumbres, sus bailes y su lengua, y así nació la copla: «Los xurricos de allá arriba/ quan se’n van a dormir/ a la finestra diuen ‘ventana’/ al jolivert ‘peregil’/ y al cresol diuen ‘candil’». Con el transcurso del tiempo y como consecuencia del progresivo abandono de los pueblos y las masías, aquella vieja vecindad derivó en convivencia en la propia ciudad de Castelló.

Entre las sagas de oriundos del Alto Mijares que migraron a la costa no son pocos los castellonenses que mantienen viva la relación con aquella comarca. De este modo, igual que el Guillamón del que ya hablamos la semana pasada a raíz de la presentación del libro El Barri de la Plata escrito por su hijo, el periodista Julià Guillamón. Otros guillamones descienden de Villahermosa del Río. De allí es la familia

Guillamón que compró a Emili Sanchis el restaurant Les Planes; los que inauguraron la saga que ha llegado hasta su nieta Lola, actual presidenta de la Cámara de Comercio y propietaria de varios hoteles. Lo mismo sucede con los hermanos Bou, Gustavo, el que fuera regente del añorado bar O.A.R. de la calle Mayor, y Ernesto, el fundador de la tasca La Oficina, de la calle Barracas. Y también descendía de Villahermosa, aunque ya fuera nacido en Castelló, el periodista Vicent Ventura. De Montanejos bajó el pastelero Galiana, quien exportó a medio mundo el dulce, patentado por él, con la marca de Nuez Fondant. Y también de allí proceden los Navarro, impulsores de los asadores homónimos.

A estos debemos unir los apellidos Ruiz, Arcusa, Sancho, Tena, emprendedores que establecieron sus ultramarinos y coloniales en las calles céntricas de la ciudad. Y ninguno, que se sepa, lo hizo a la manera del cuento La cotorra del Mercat, es decir, abandonando a un hijo en la puerta del local para que, después, se casara con la hija del botiguer.

Río arriba, en Teruel

No obstante, pudiera parecer que la ribera del Mijares únicamente fuera una cantera fecunda de hosteleros y tenderos, pues la zona del río próxima a su nacimiento en la Sierra de Gúdar (Teruel), alumbró a dos figuras que pasaron a los anales de la Historia. Es el caso del último arzobispo del México colonial Pedro de Fonte, que nació en Linares de Mora y jugó un papel destacado en el momento de la independencia del país azteca. Y del también turolense Tadeo Calomarde, ministro de Fernando VII, que está enterrado en Olba (justo en el límite con Castelló). Este fue un firme partidario de la Ley Sálica que impedía reinar en España a las infantas. En estos días, bueno es recordar quién estuvo a favor o en contra del empoderamiento de la mujer, «de la reina abajo, ninguna».

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