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M(P)aternidad y crianza

«La Escuela se ve desbordada; como a muchos docentes, me toca hacer de psicólogo, policía...»

Solano explica que estamos ante una generación de jóvenes "con escasa tolerancia a la frustración"

¿Qué aspectos detectó en los deberes tradicionales para optar por impulsar el proyecto sin deberes?

El proyecto de «Centro sin deberes» es una medida más de entre las diversas iniciativas adoptadas en el proyecto de dirección para combatir el fracaso y el abandono escolar. Se trata de un compromiso voluntario que firman los docentes para reducir o suprimir los deberes, sustituyéndolos por el trabajo en el aula. Esta medida responde al perfil de nuestro alumnado como centro CAES (alto índice de necesidades de educación compensatoria), que dificulta el apoyo familiar fuera del centro, lo que provocaba un gran fracaso en 1º y 2º de ESO.

Como profesor de Lengua y Literatura, ¿qué métodos utiliza para inculcar hábitos de lectura?

El hábito solo se consigue desde la acción y desde el ejemplo. Intento que la lectura ocupe un lugar prioritario en el aula, muy por delante de otro tipo de contenidos como la gramática o la historia de la literatura. En los niveles más bajos de la ESO, los libros de lectura se leen en clase y se comentan; son además lecturas apropiadas para esas edades, con tramas y temas que les resultan atractivos. En niveles superiores, se van introduciendo los clásicos y se acompaña también en la lectura, para que no vayan a ciegas frente a un contexto literario que desconocen. En cualquier caso, las propuestas a partir de la lectura no pasan por entregar el clásico trabajo de análisis o superar un control de lectura, sino por abordar proyectos de creación multimedia o audiovisuales: videopoemas, cortometrajes, biopic, podcast...

¿A qué edad se debe motivar a la criatura en la lectura y cómo?

El hábito debe comenzar en Primaria y sería muy interesante que se hubiese consolidado al acabar esa etapa. Creo que en Primaria se dedica demasiado tiempo a contenidos que luego se repiten en Secundaria y que se podrían dejar de lado para entregarse con mayor esfuerzo a la lectura y la escritura.

¿Cómo debe actuar un profesor o profesora ante un alumno o alumna que muestra dificultades en el aprendizaje?

Los protocolos son bastante claros en la ley, pero hemos llegado a un punto en el que la ley peca de ingenuidad. Con los recursos actuales es imposible atender la diversidad de un aula de la escuela pública, donde podemos tener más de la mitad del alumnado con algún trastorno, déficit o necesidad de atención específica. Un solo docente ante un grupo de 30 niños con este perfil es incapaz de poner en marcha las adaptaciones que establece la ley. Y sin recursos solo cabe esperar niños desatendidos y profesionales frustrados.

¿Cree en la escuela inclusiva?

Si no creyese en ella, nada de lo que estamos hablando tendría sentido. Mi centro tiene como seña de identidad la diversidad, esta es nuestra riqueza, el orgullo de convivir religiones, culturas, familias y personas con valores y orientaciones diferentes.

¿Qué grado de responsabilidad tiene la escuela y la familia en la educación de los menores?

Creo que la sociedad actual está demasiado ensimismada en problemas graves como el paro, la crisis, la economía, la precariedad laboral, etc. que impiden que dediquemos tiempo y esfuerzo suficiente a la educación y la formación de los hijos. Las familias incluso no están preparadas para enfrentarse al reto de educar a una generación muy diferente, unos jóvenes que viven con el aliciente de la recompensa inmediata, con escasa tolerancia a la frustración. Ante eso, la Escuela se ve desbordada, ya que somos docentes, pero también padres y madres a los que nos cuesta solucionar problemas que exceden de lo académico. Nadie ha preparado a un profesor de secundaria para ayudar a un adolescente a enfrentarse a las adicciones, para superar el acoso, para defenderse de las presiones del entorno. Ni siquiera tenemos claro que sea esta nuestra función. Soy filólogo y profesor de lengua y literatura, pero dedico mucho más tiempo de mi horario a «desfazer entuertos», como el Quijote: como a muchos de mis colegas, me toca hacer de psicólogo, policía, asesor sentimental, mediador cultural...

¿Quiénes resultan más problemáticos, el alumnado o las familias?

La administración. Si tuviésemos recursos humanos y económicos, ni el alumnado ni las familias serían un problema. Hay especialistas en convivencia, en necesidades educativas especiales, en mediación sociocultural, en orientación académica y laboral. La mayor parte de los centros de secundaria no tienen a nadie para esa labor.

¿Sienten que han perdido autoridad?

No creo en el concepto de autoridad así en abstracto. La autoridad se gana en el aula cuando se cumple bien con el trabajo, pero para eso no podemos dejar abandonados a los docentes cuando piden ayuda. Por ejemplo, la pérdida de autoridad de un profesor frente a una familia puede deberse a la imposibilidad de atender las necesidades de su hijo o hija, algo que puede suceder si ese docente no tiene los recursos para ello. También habría que hablar de la «autoridad» que ha perdido la Escuela en una sociedad que premia a los tramposos y a los holgazanes, y creo que la política y la televisión ofrecen numerosas muestras de ello.

¿Volvería a la escuela de hace 20 años?

Jamás. Yo estudié en un colegio público en el que, al acabar EGB, es decir con 14 años, solo 10 de los 30 niños de clase continuamos estudiando. Cuando miramos hacia atrás no deberíamos dejarnos llevar por el sesgo del superviviente. Los docentes, los periodistas, los médicos, los políticos... somos los triunfadores de aquella escuela, pero somos minoría, al menos en lo que respecta a quienes venimos de la Escuela Pública.

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