La extinción de insectos se acelera por momentos, a un ritmo de entre 10.000 y 15.000 especies al año. Y aunque se estima que en el mundo existen 1,4 millones documentadas, los expertos advierten de que sin estos invertebrados la agricultura está condenada, pues cerca del 80 % de las plantas dependen de polinizadores como abejas y avispas. La situación ha llevado a más de una veintena de especies al borde de la desaparición en el territorio valenciano, como lamenta Eduardo Galante, presidente de la Asociación Española de Entomología y director del Museo de la Biodiversidad. «La situación no afecta solo a especies autóctonas, también a las que emigran desde Europa», señala Galante.

Las causas por las que los insectos están desapareciendo son variadas, comenta Joaquín Baixeras, profesor de zoología en la Universitat de València. «Es normal que la causa de una extinción sea una combinación de factores y no una causa única. Todo apunta a que los cambios en el hábitat y el uso de los pesticidas se encuentran entre las causas primarias de esta amenaza», señala. Baixeras apunta a otros aspectos, como la contaminación acuática, la lumínica -la luz con componente ultravioleta los desorienta-, o el cambio climático, que están afectando de manera considerable a las poblaciones de insectos. «En la Comunitat Valenciana están presentes todas las causas descritas, por tanto nuestro territorio no es excepcional de ninguna manera», incide Baixeras.

«Queremos vivir en urbanizaciones rodeadas de zonas verdes y césped, pero no queremos que nos moleste un solo insecto», sostiene Galante, quien recuerda el papel de las cucarachas como descomponedores de basura. «Más del sesenta por ciento de las plantas que hay en el litoral mediterráneo dependen de estos invertebrados para su polinización», argumenta. Lo cierto es que en Estados Unidos ya se «alquilan» abejas, transportadas en camiones, para que polinicen los campos de frutales.