El final fue de película. Era la última. Era ésa o no era. El Badalona había sacado un córner y el Castellón intentaba montar una contra. La pelota llegó al portero visitante, Morales, que en lugar de enviarla al campo contrario concedió un saque de banda en el campo propio. Entonces, con 1-1 en el marcador y por una vez en la temporada, el Castellón castigó ese pequeño regalo, encontró en esa rendija el hueco para colarse y provocar un terremoto. Era ésa o no era, porque ésa era la última al filo del minuto 94. El Castellón sacó rápido y movió de lado a lado. Muguruza metió desde la derecha el centro desesperado, un balón a la olla que tocó hacia atrás Jairo. Castalia contuvo la respiración durante la extensa jugada: Julio Delgado devolvió el balón al meollo, y el despeje corto lo empaló mordido Carlos, un central incorporado. El barullo fue creciendo porque la pelota la ganó Gálvez, que cuerpeó al modo de la melé en el rugby, y por ahí apareció Ramos, por fin, apareció Rubén Ramos en el minuto 94 para templar la pelota burlona a la testa de Jairo, donde todo había empezado. Jairo cabeceó a la red desde cerca para culminar la remontada y dejar a Castalia temblando al viento de la emoción, como antaño, y al Castellón a cuatro puntos de la permanencia, y a solo dos del 'play-out'.

Fue un final de película. El 2-1 se celebró como se celebran los goles que son algo que más que un gol, los goles que evidencian un estado de necesidad primario. El 2-1 fue de ésos: puños al aire, alaridos, abrazos y quién sabe si futuros embarazos.

Fue un final de película porque hasta llegar a ese momento, hasta el 2-1 postrero y definitivo, la trama del partido iba reuniendo todos los ingredientes para el naufragio. El Castellón amaneció alérgico a la portería. En el minuto 3, Óscar se plantó frente al meta Morales y en lugar de buscar el disparo dio un pase atrás que no encontró destinatario. El sanedrín de ancianos de Tribuna solventó el asunto con un 'tira-li ceba' recriminatorio. La escena se repitió en el minuto 7, cuando a César Díaz le cayó un balón en la media luna del área, y otra vez igual, en lugar de buscar el disparo dio un pase interior directo a los pies de un defensa. El sanedrín estaba en su salsa: '¡Pero tira, pero tira!', repitieron los abuelos en vano.

Enfrente, el Badalona lo tenía muy claro. Vino a jugar con el rival y con el ambiente. Se aplicó en la salida de pelota, enlazando varias posesiones largas que desesperaron más si cabe a la grada. Además mostró colmillo en tres cuartos. En el primer cuarto de hora exigió tres veces al meta local Álvaro. El capitán orellut se jugó el tipo en una salida eficaz a los pies de Néstor, que al poco le probó en un lanzamiento lejano. En el minuto 13 también soltó la pierna Magallán, con otro disparo repelido por Álvaro.

El Castellón volcó mucho el juego por el carril de Satrústegui en ese tramo. El zurdo recogió en el minuto 15 una apertura de Óscar y la enroscó a la testa de César, cuyo remate salió desviado. Al minuto siguiente el Badalona replicó y mejoró la maniobra, certero como un dardo. Boniquet abrió la jugada a la incorporación del lateral Robert, y el centro desde la derecha lo cabeceó a gol Magallán, superior en el salto.

Castalia entró entonces en la sabida fase de asco: la gente no sabía si animar para no sentirse culpable o pitar porque le estaban estafando. Al final se impuso una mezcla de las dos posturas, y entre las olas, el equipo fue surfeando.

La reacción

Pese al 0-1, el Castellón detectó cierta debilidad visitante en los balones colgados. A base de simetría y centros se levantó del barro. En el minuto 25, César Díaz cabeceó al muñeco una comba melosa de Jamelli. Siempre desde la izquierda, también de ahí salió el balón que remató Gálvez, en el 36, al palo. El Badalona se tomó tan en serio lo de anestesiar el partido con la pelota que él mismo acabó sobado. Lo despertó César Díaz de un manotazo. En el 36, controló en la frontal un pase picado de Jamelli y sacó a la media vuelta un chut que mutó en gol tras tocar en un contrario.

El 1-1 premiaba la insistencia del Castellón, que se marchó al descanso entre aplausos. Volvió de buena manera. En el arranque del segundo tiempo el conjunto de Óscar Cano fue un equipo ancho y profundo, un equipo agresivo en la presión tras pérdida, atento en las vigilancias defensivas, un equipo coral y ambicioso. El Castellón fue un equipo que hacía tiempo que no era, un equipo puesto en la faena. Un equipo que mandó y acható al Badalona, que no halló salida durante una secuencia de claro color local. En el minuto 53 Morales despejó un chut venenoso de César, en el 55 Jamelli no acertó a embocar a placer un centro certero de Muguruza, y en el 62 a Satrústegui se le fue en exceso un tiro cruzado.

Faltó el gol orellut, como otras tantas veces. Contra las cuerdas, el Badalona cogió aire con la entrada de Iván Agudo. Ayudados por el cansancio local, los visitantes recuperaron la pelota y enlazaron posesiones largas. El Badalona se curó las heridas y encaró el final del partido mejor perfilado. El Castellón se desordenó un tanto con los cambios, muy criticados por el sanedrín de yayos. En el minuto 88, entre Iván Agudo y Natalio no se aclararon a resolver un dos contra uno en una transición abundante de espacios. El partido languidecía entre quejidos, lamentos y la impotencia de siempre, hasta que llegó la escena catártica del minuto 94.