Es su tercera entrevista del día, pero en ningún momento da síntomas de hastío. Todo lo contrario. Javi Calleja (Alcalá de Henares, 1978) habla pausado y desprendiendo en cada respuesta un halo de optimismo que acaba contagiándose. Se fue a la fuerza del Villarreal CF en diciembre y volvió apenas un mes después para dar la vuelta a la delicada situación por la que atravesaba el club de su vida. Ahora, a punto de cumplirse dos meses de aquello, la permanencia en Primera está un poco más cerca.

¿Cómo se ven las cosas a día de hoy, con el equipo fuera de la zona de descenso?

Estamos más tranquilos, pero las vemos con prudencia y siendo un poco cautos, sabiendo de dónde venimos. Es verdad que esta situación te da un estado de ánimo totalmente diferente al que teníamos hasta ese momento porque hemos superado un capítulo difícil y tiene mucho mérito, por eso le tenemos que dar el valor que merece, sabiendo que nos queda la recta final, con los diez últimos partidos decisivos. Todo lo que hemos vivido nos tiene que servir para no volver a caer en los errores del pasado.

Desde luego algo ha cambiado porque ha conseguido casi los mismos puntos que en su primer periodo pero en la mitad de partidos.

Las cosas no salen por casualidad, ni lo bueno ni lo malo. Si llevamos ahora los puntos que hemos conseguido (29) y estamos a cuatro del descenso es porque venimos haciendo las cosas bien durante tiempo. El equipo ha ido mejorando y progresando, hemos ganado seguridad defensiva, los jugadores se encuentran más protegidos y están sacando su mejor versión porque se encuentran más cómodos y con confianza... Y todo repercute en el buen juego y en los resultados. Y hay una cosa que es clave, que te aporta seguridad y más tranquilidad, que es estar fuera del descenso.

¿Era, por lo tanto, una cuestión psicológica? Porque usted es el mismo y el equipo también...

El aspecto mental es clave, lo llevo diciendo desde siempre, pero también en la vida pienso que es así. La cabeza es lo que te hace conseguir los objetivos o no, lo que te hace ser mejor o peor. Es el factor determinante, el que te marca un poco en tu vida, y en ese aspecto el equipo ha dado un giro total. A principio de temporada jugábamos bien pero no ganábamos y eso nos generó desconfianza y dudas, y todos parecíamos peor de lo que éramos. Pero ahora pasa todo lo contrario: el equipo está reforzado, está con la autoestima alta, tiene más confianza, se atreve a más cosas... y es porque están saliendo bien las cosas, te ves fuera del descenso, ves que el equipo mejora y que todavía hay tiempo para seguir en esa progresión y que el jugador demuestre todo el potencial que tiene.

Y eso ¿cómo se trabaja? ¿Usted también ejerce de psicólogo de los jugadores?

Un entrenador tiene que ser psicólogo; si no, no se puede ser entrenador. Tienes que conocer al jugador y, si quieres sacarle el máximo rendimiento, tienes que saber por dónde entrarle. Yo intento ensalzar sus virtudes, que crean en ellos y en el trabajo, que se vean en un espejo en el que no se hagan de menos. Aquí hay jugadores de una enorme calidad, lo que faltaba era que nos acompañara esa pizca de suerte y conseguir dos resultados buenos. Pero pasa como con los hijos, a los que tampoco se les puede estar dando palmaditas todos los días y hay que ser duros con ellos. Tenemos en el día a día que trabajar al máximo, no perdiendo el tiempo para conseguir el objetivo que nos marcamos, que es salvarnos.

Había muchos jugadores a los que se les veía bloqueados y ahora parece que empiezan a jugar más liberados.

Sí, así es. Creo que ninguno hemos dudado de la calidad de la plantilla, pero sí que es verdad que no terminábamos de ser regulares en un mismo partido, donde veías muchos altibajos, y eso es porque la cabeza no estaba donde toca. Una de las conclusiones en el periodo en el que estuve fuera es que el equipo necesitaba coger un poco de oxígeno, seguridad y confianza en sí mismo. Por este motivo, desde nuestra llegada intentamos darle la vuelta a todo eso y creo que se ha conseguido. Ahora, a parte de los resultados, se ven otros aspectos positivos como el sentimiento de pertenencia, la unión, el compromiso, el saber que tenemos que ser una familia porque sufrimos todos y nos divertimos todos, que no sean todo acciones individuales porque lo que importa es el equipo.

En cierto modo eso es lo que siempre ha caracterizado al Villarreal: ser un club familiar.

Es que somos un club diferente y es una de nuestras peculiaridades, que todo es muy cercano, nos conocemos todos, es una familia... Y si queremos volver a estar arriba y sacar nuestra mejor versión no se nos tiene que olvidar de dónde venimos y quiénes somos.

Tan peculiar es este club que su presidente, Fernando Roig, no dudó en repescarle cuando el equipo seguía sin levantar cabeza. ¿Cómo se tomó su salida y cómo vivió ese periodo alejado del banquillo del Villarreal?

Mi cese fue doloroso. Nunca me he querido ir del Villarreal y, cuando encima te toca el corazón y es el club al que quieres, pues duele aún más. Pero, a partir de ese momento, nos tomamos unos días de descanso y enseguida el cuerpo técnico nos volvimos a reunir para analizar lo que habíamos hecho, tanto lo bueno como lo malo, ver dónde estaba nuestro margen de mejora, dónde nos habíamos equivocado... Teníamos reuniones periódicas para ver partidos, hacer correcciones y que nos sirviese para el futuro. Y no dejamos de ver ni un solo día al Villarreal. Al principio no me gustaba, pero me lo impuse y el primer partido de la Europa League lo vi y, a partir de ahí, no dejamos de seguir al equipo, veíamos y comentábamos cosas, y de ahí sacamos conclusiones que hemos puesto en práctica una vez que hemos vuelto.

En ese tiempo, ¿mantiene contacto con los directivos?

Siempre he contado con el respaldo y la confianza del club y del presidente en este caso. Con él sí que tuve una conversación porque nos encontramos en Benicàssim y estuvimos comentando un poco la situación, cómo veía el equipo... Yo lo vi con una cara de sufrimiento enorme y me dolió porque cuando quieres a una persona y quieres a un club, que no esté donde le corresponde, es doloroso y cuando tú te sientes responsable de ello, más aún.

Se marcha el 10 de diciembre y el 29 de enero suena su teléfono y es Fernando Roig. ¿Qué piensa en ese momento?

Me llamó y me comentó que quería reunirse conmigo, y en ese momento no me dijo nada más. Después acudí a la reunión y me puso las cartas encima de la mesa, valoramos juntos la situación y me preguntó que cómo lo veía. Me insistió mucho en si estaba con fuerzas para sacar esto adelante y yo le dije que me veía con todas las fuerzas del mundo y más cuando venía de él y por la confianza que depositaba en mí.

Me imagino que a nivel personal fue un subidón.

Sí, me dio muchísima fuerza y muchísimo valor que el presidente apostara por mí. Después de todo lo que había pasado, que vuelva a demostrarme que la persona adecuada para sacar este proyecto era yo me hace sentirme muy orgulloso, muy responsable y me da mucha fuerza para afrontar esta nueva etapa.

Cuando se produce su cese a muchos les daba la sensación de que realmente no querían dejarle marchar por la gran estima que se le tiene.

En el momento de la despedida uno se da cuenta de si lo valoran o no y esos días pasaron muchas cosas y yo sabía que había sentimiento por medio. Tengo claro que no fue una decisión fácil para nadie, fue dolorosa y sabía que siempre iba a tener las puertas abiertas del club porque siempre me lo han demostrado.

¿Le ofrecieron seguir vinculado al club?

Cuando me fui fue una despedida especial, pero nunca me planteé el volver en otra situación que no fuera como entrenador porque es lo que más me gusta y porque es para lo que creo que estoy hecho. En ese momento no hubo ningún detalle que me hiciese pensar en si me quería quedar, no sé si en un futuro se hubiese planteado, pero yo siempre he querido ser entrenador y tampoco tenía la mente puesta en otra cosa que no fuese esa.

Su primera experiencia de peso es aquí tras su paso por la cantera, una buena piedra de toque, ¿no cree?

Creo que no hubiese sido entrenador de Primera si no hubiese estado en el fútbol base. Para mí fue una fase imprescindible y aprendí muchísimo, pero el paso importante es cuando soy entrenador del primer equipo. Ahí se vive el fútbol de élite, está todo sobredimensionado... Es lo más bonito porque es a lo que todos aspiramos, o por lo menos yo siempre he aspirado a entrenar cuanto más alto mejor... en Primera División... en el Villarreal era mi sueño, lo cumplí y espero prolongarlo por muchos años.

¿Hay un antes y un después en su figura tras este episodio?

Sí, hay un Javi Calleja de antes y uno de después.

¿Es ahora menos blando?

No, no -ríe-. Eso me hace gracia porque hay un run-run de que tengo que ser más duro...

Más que más duro, ¿quizás menos colega de los jugadores?

Sí pueden ir por ahí los tiros. Yo empatizo mucho con los jugadores porque tampoco hace tanto que he dejado de ser futbolista y entonces me pongo muchísimo en su situación, en el papel del jugador que no juega, de los que están jugando, intento a veces, entre comillas, ser uno más de ellos... pero claro, marcando una línea porque el entrenador ha de saber cuál es su rol y eso siempre tiene que estar ahí. Pero cuando he tenido que ser duro y he tenido que decir las cosas como tocaba, lo he hecho. Las decisiones son las que marcan el carácter de un entrenador y yo siempre pienso en el bien común, no miro nunca si tengo preferencia por uno, por otro, por cómo se llame, por la edad que tenga... Intento buscar en ese momento lo mejor para el equipo. Hay quien dice que los entrenadores tienen que levantar la voz, pero yo intento covencer con argumentos y hechos, y como soy tan transparente y sincero no engaño a nadie. Les digo las cosas como las siento, pero para bien también porque además soy muy positivo.

Y entonces, ¿en qué ha cambiado usted?

Cuando llegué les dejé claro desde el primer día en el vestuario que venía un Javi Calleja diferente, con una experiencia vivida que me había servido para tomar decisiones y corregir ciertas cosas, y venía con unas ideas claras de cómo afrontar la nueva etapa a nivel deportivo y táctico, y también que quería buscar más rigor en todo lo que supone llevar un vestuario. Había ciertos comportamientos que yo quería corregir y cambiar, y que quería convertir en hábitos buenos y positivos para el equipo, que creo que han dado sus frutos porque ahora veo al equipo con ese sentimiento de pertenencia del que hablaba antes y todos sabemos lo que nos estamos jugando.

Sobre ese nuevo sistema táctico ¿tenía algún referente?

No. Hubo varios partidos en los que estuvimos a punto de jugar así, pero no nos daba tiempo a trabajarlo durante la semana como queríamos porque había partidos de Liga Europa y queríamos haber trabajado con tres centrales, automatismos y comportamientos pero veíamos que no había tiempo y decidimos trabajar como siempre. Pero, además, veíamos que el jugador que tenemos podía adaptarse muy bien a este sistema. En cuanto nosotros empezamos a trabajarlo fuera y después llegamos aquí, aprovechamos para echarle horas y hacer hincapié en lo que queríamos que se diese a partir de ese momento. El equipo lo asumió muy bien e, incluso, tuvimos conversaciones con algunos jugadores que nos decían que se sentían más agusto y que nos venía bien porque se sentían más protegidos y el equipo tenía más ayudas y llegaba antes a las coberturas.

¿Cree que si hubiera tenido tiempo y se hubiera trabajado ese sistema hubiera ido mejor?

Si hay algo que odio es ser cuadriculado y no salir de un sistema concreto. Soy flexible y, si veo que me gusta, le doy continuidad y busco entrar en detalles y matices; y si veo que no, intento buscar un cambio de sistema y trabajar en función de eso. Estaba claro que tarde o temprano iba a terminar por ahí porque veía que el equipo no terminaba de conseguir ganar y había que darle una vuelta de tuerca para lograrlo.

Como entrenador también apuesta firmemente por la cantera y no le tiembla el pulso a la hora de contar con gente joven.

Sin duda, y no dudaré en seguir haciéndolo. Mientras haya buena materia prima en el club, que la hay, esos jugadores que vienen haciéndolo muy bien y con los que se viene trabajando desde el fútbol base, tendrán conmigo una oportunidad para jugar porque confío mucho en la cantera y confío en los jugadores del Villarreal que salen de abajo. El día del Rayo jugaron Miguelón, Chukwueze y Morlanes, que el año pasado estaban en el B, y los tres dieron un nivel altísimo. Es verdad que tienen que valer para ponerles, pero si no valiesen por mucho que me gustase a mí la cantera no les daría la oportunidad. Es algo que me nace, que llevo dentro y como yo también salgo de ahí, es algo que voy a mantener siempre.

Los tres que ha nombrado son jugadores con un gran futuro, pero lo de Chukwueze resulta más que llamativo.

Sí, es un jugador que es todo natural y así le salen las cosas. Sale al campo y le sale ir hacia uno y le da igual quien sea, se enfrenta, confía en el desequilibrio que tiene en el uno contra uno, tiene atrevimiento y es un jugador que a cualquier defensa inquieta. Te va metiendo al equipo contrario cerca de su área, es peligroso, tiene muchísimas virtudes y un margen de mejora grandísimo, sobre todo a nivel táctico.

Los jóvenes son los que han tirado del carro en algunos momentos de esta temporada pero, por fortuna, los veteranos empiezan a liberarse y los delanteros a marcar goles. ¿Cómo trabaja esa continuidad con los jugadores de corte ofensivo?

El fútbol es gol y los especialistas son los delanteros. Hasta hace poco nos faltaba ser más efectivos de cara a portería y últimamente se les ve muy bien, sacando toda la calidad que tienen y encontrándose más agusto. La Europa League nos ha venido muy bien y eso les ha dado también confianza. Gerard Moreno está cada vez mejor (ahora estará varias semanas de baja por una lesión), Carlos Bacca se suma al buen juego y el otro día acabó marcando, Toko Ekambi marcó dos... De aquí a final de temporada es una de las clave para conseguir salir de ahí.

El parón de este fin de semana, ¿les ha venido bien o corta la trayectoria del equipo?

Como he dicho que soy muy positivo, creo que nos viene muy bien. Es una forma de desconectar porque llevábamos muchísima carga a nivel físico ya que ha habido muchos partidos y a nivel psicológico también, y este parón nos permitirá volver con más fuerzas para esta recta final.

Finalísima la del domingo contra el Celta de Vigo.

Llevamos ya unas cuantas finale este año, pero es otro rival directo al que si ganamos nos permitirá dar un paso de gigante ya que supondría, faltando cada vez menos, dejar a un rival a bastantes puntos de distancia y a lo mejor tocado psicológicamente.

La de este año está siendo una Liga muy igualada y hay muchos equipos metidos en la pelea.

Desde principio de temporada ha sucedido así y por eso también han rodado tantas cabezas este año (once destituciones). Estamos todos tan pegados y hay unas diferencias tan pequeñas que al final dos victorias arriba o dos victorias abajo te ponen en una situación más tranquila o te meten en una que no querías como nos ha pasado a nosotros.

Siendo tan positivo como es, deduzco que confía plenamente en mantener la categoría.

Sí, totalmente. Ahora dependemos cada vez más de nosotros mismos, hemos hecho algo difícil pero no definitivo, y tenemos que exigirnos aún más en estos próximos partidos para que no se nos vaya de las manos algo que nos ha costado tanto ganar.

Y si salva al equipo, ¿le han prometido la renovación?

No, no. No hemos vuelto a hablar desde entonces. El objetivo es conseguir la salvación y, después, conozco muy bien al presidente. Sé la apuesta que ha hecho por mí y sabe que mi sueño es quedarme aquí. En su momento todo se hablará.