Ruidos de cohetes, una pareja que viene de fiesta acariciando los maderos e ignorando el tumulto que se amontona tras las barreras de la Plaza del Centro de la Vall d'Uixó, el sol araña los sufridos lomos de seis toros y tres cabestros que bajan por la Calle Correos tras una manada de corredores que miran atrás con rostro esforzado huyendo de las astas.

Mientras el ruido se amontona y la velocidad lucha contra la cordura, en una sala del edificio del Ayuntamiento de la Vall d'Uixó se encuentra Guillem Nebot junto al entonces concejal de turismo Jordi Julià. Los mapas se amontonan encima de la mesa y cuesta encontrar cualquier documento. Cuatro años después, aquella locura de papeles se ha hecho realidad.

Cada navegante que se adentra en les Coves de Sant Josep, sale con un enigma en la cabeza. Cuántas veces se habrá dicho eso de «todavía no se ha descubierto el origen de la cavidad...», creando el misterio de los miles de visitantes que recibe el monumento natural. Después de Peñíscola nos encontramos ante el segundo lugar más turístico de la provincia de Castelló. Y eso lo saben bien los vecinos. Sabemos cifras de visitantes, cifras de beneficios, cifras, números, cantidades... Pero ¿qué hay de la cueva misma?¿Qué sabemos de aquello que visitamos?

Guillem es espeleólogo y vecino de la Vall d'Uixó. Pertenece al Grupo de Exploraciones Subterráneas del Alto Palancia (GESAP), hermano del Espeleoclub la Vall d'Uixó y espeleólogo de nacimiento. Y lo es por parte de padres, ya que este modo de vida (más que una afición) le viene por descendiente.

Junto a buceadores y espeleólogos de toda España, ha emprendido el mismo viaje que años atrás emprendió su padre, descubriendo más entrañas del planeta. «Es muy emocionante entrar en un lugar en el que nunca se había entrado. Y descubrir lugares que nadie ha visto antes es lo mejor que le puede pasar a alguien que haga lo que hacemos», nos dice con toda tranquilidad.

Su afición a la espeleología la ha combinado con su otra afición de llenar las mesas de papeles, porque para hablar un poco con él nos ha traído el arsenal de mapas de la cueva, los informes, las memorias, la historia de excavaciones y el plan de seguridad, «porque la seguridad es lo más importante de lo que hacemos. Los buceadores llevan el doble de todo lo necesario, establecemos puntos de contacto entre nosotros para agilizar los posibles avisos, hay puntos calientes... todo para que podamos dedicar el esfuerzo necesario para hacer nuestro trabajo».

Y así se ha llegado a descubrir 100 metros más de galerías que se siguen adentrando en lo más profundo de la tierra. «No es que esta sea la cueva más impresionante de las que he estado, pero si impresiona como río subterráneo. Y además hay que sumarle el valor que tiene que mi padre sea uno de los que descubrieron nuevos tramos en los años 60. Esta es un poco mi cueva, y eso lo hace más emocionante».

Próximamente se trabajará en la topografía de estas nuevas galerías con un escáner especial, para así poder incluir en estos mapas un nuevo lugar en el mundo. ¿Seguro que está todo descubierto?