Lluvioso el día del «Magdalena Vítol». Se había suspendido la jornada taurina matinal correspondiente a los festejos populares y quedaba en el aire la posibilidad de aplazar también la corrida que cerraba la feria de la capital de la Plana. Quedaba en duda si la baja del torero valenciano Enrique Ponce producía un efecto negativo en las taquillas por el camino de la devolución por sustitución, sumándose al efecto retorno aquellos que temían por las condiciones meteorológicas adversas. Difícil resultaba encontrar un relevo al veterano maestro que tiene elevada cuota de público en Castelló, lo hacía el también experimentado diestro Finito de Córdoba, muy poco activo en la actualidad pero reactivado en fallas. Ocasión de oro de Varea para meterse de nuevo en el circuito de cara a una temporada donde necesita más protagonismo en las ferias. 30 minutos para deliberar la terna con el director de lidia al frente y la empresa si el espectáculo iba adelante. Parcheaban los operarios con serrín el albero para mitigar las balsas que hubieran dificultado el trabajo de los protagonistas. Se impacientaba el demasiado paciente público asistente 50 minutos después de que el reloj marcara las cinco de la tarde, se anunciaba por megafonía que la terna iba a desfilar cuando el minutero se pusiese de nuevo mirando al cielo.

Veroniqueó Finito a contraquerencia al colorado primero, suave pero rectificando un tanto la postura en el embroque. Dos puyas debajo de presidencia bien dejadas ambas que castigaron al toro en coherencia a lo que necesitaba. Embestida por el derecho soltando hachazos y colando la cara entre el torero y la muleta que incomodaba al torero. Bajonazo que pasó el acero entre costillar y piel en una suerte interminable donde el toro dificultaba la entrada y el veterano diestro no ponía demasiado de su parte. Seis descabellos a distancia, teledirigidos desde muy lejos que irritaba los ánimos de un respetable ya caliente por la espera.

Dos medias reuniendo las dos manos y la esclavina en la cadera al segundo del El Fino. Arreciaba con ganas en el coso cuando se enquerenciaba por el derecho el cuarto al inicio de faena. El cambio de franela a la zurda dejó naturales de quilates, destacando por encima de todos uno de tela pesada, larguísimo, lento. Acabó la obra por el camino de los remates artísticos, cosechando oles del respetable ilusionado por lo bello. Estocada contraria tirándose que encontró defecto haciendo guardia. Tres golpes de verduguillo necesitó para escuchar las palmas.

Recibió Cayetano por larga cambiada en el tercio del 6. Puyazo empujando el toro en el peto del tordo antes de las banderillas, con orden y fluidas. Naturales entre las dos rayas por empeño ante la desclasada naturaleza del astado. Se lució por roblesinas cerrando la faena que se hizo en un palmo de terreno, larga aunque sin profundidad. Estocada tirándose el torero sobre el lomo con entrega, fulminante. Oreja por la tizona.

Manso, vacío de casta y clase el quinto, lo estiraba la puerta de toriles hacia ella a la salida de cada muletazo. Dos no se pegan si uno no quiere. Sonaba la música nadie sabe a cuenta de que. Molinetes genuflexo de honra y nada mas. Estocada en el hoyo de las agujas, de marcar los tiempos, volapié de mostrar en las escuelas que enseñan a ser torero. Cayó rodado. Pidió levemente el público que el presidente pagara un apéndice por la suerte suprema, quedó en saludo.

El primero de García Giménez

Cuatro verónicas de rodilla en tierra del almassorí y cuatro mas ya en pie fuera del tercio para recibir al primero de García Gimenez. Galleó por chicuelinas antiguas de contorsión de tronco y quitó con tanta belleza que detuvo el tiempo y que solo podían rematar dos medias de aplauso. Se desmonteraron Otero y Valladar ante la insistencia del público agradecido por lo bien hecho al galope del tercero. Naturales de buen vuelo sin ceñirse al toro, de fotografía la trincherilla. Templó por el derecho por dos veces sin continuación por culpa de la gazapante trayectoria del burel. Eterno el cambio de mano que dejó listo a Varea para ejecutar un estoconazo que ni en el mejor de los sueños imaginaba el torero, bien por el de la tierra. Oreja merecida sin ofrecerle el cicatero presidente el doble trofeo que pedía el público con insistencia. Lo justo era una, pero con la cantidad de presentes que se han repartido en esta feria bien hubiese estado guardar uno para el de casa, mala fecha para decidir que esta plaza es cara.

Toreó con el capote sin demasiada repercusión al rabudo que ponía fin a la feria. Pidió el cambio de tercio Varea ahorrando al toro pasar por tercera vez a los palos antes de brindar a los compañeros de terna. Se paró el animal a las primeras de cambio al intento de exprimir algo el torero por ambos pitones sin encontrar lo que buscaba. Se arrimó y desplantó para tratar de arrancar algo de los presentes. Media a la tercera y descabello.