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Foro Castelló XXI

Cleptocracia y eutanasia

Queridos lectores, sé que muchos de vosotros estaréis pensando que nada tienen que ver entre sí la cleptocracia con la eutanasia. Ambos términos proceden del griego, el primero de clepto (robo) y kratos (gobierno), lo que vendría a ser el «gobierno de ladrones». De modo que la cleptocracia es todo tipo de gobierno que, en lugar del bien común, está centrado en el enriquecimiento de sus dirigentes. El segundo procede de ef (bien) y thanatos (muerte), lo que se puede traducir como «el buen morir» o «muerte dulce». El pasado jueves, ambos términos confluyeron sobre mí a un mismo tiempo, cuando me encontraba sentado frente al sofá practicando esa doble actividad de ver las noticias de la televisión al tiempo que leo el twitter. Entre mis tuiteros está Manolo Mata, el portavoz del grupo socialista en les Corts Valencianes, no sólo por afinidad política sino porque me hace reír con sus ingeniosas ocurrencias. Aunque no fue este el caso, puesto que me puso delante de la expresión cleptocracia, al decir que «El PP instauró una cleptocracia diseñada para robar». Tirando del hilo del tweet encontré el motivo del mismo, que no era otro que la detención por la Guardia Civil del abogado José María Corbín, cuñado de Rita Barberá, que supuestamente se dedicaba a blanquear las comisiones a las empresas que querían optar a concursos con la Administración controlada en aquella época por el PP, ayer mismo fue encarcelado por este tema. Mata, que no tiene pelos en la lengua, continúo diciendo que el sistema para robar lo diseñó Zaplana y que ya hay tres de cuatro expresidentes del Partido Popular implicados en casos de corrupción.

Mientras la palabra cleptocracia me daba vueltas en la mente, como posible tema para un artículo, de repente quede también quede atrapado por el vocablo eutanasia al oír en el Telediario que habían detenido a un hombre en Madrid, Ángel Hernández, por ayudar a morir a su mujer -María José Carrasco- que estaba aquejada desde hacía 30 años por una esclerosis múltiple y hacía tiempo que había manifestado en reiteradas ocasiones su deseo de morir y poner fin al sufrimiento de tan terrible enfermedad. Se emitió un video en el que María José contaba su decisión de poner fin a su vida. La pareja se quejó amargamente de que llevaba varios meses esperando que se aprobara por ley la eutanasia.

Al coincidir ambas noticias en el tiempo una flamerà me subió desde los pies hasta lo más alto de mi ser y me abalancé al ordenador a escribir este artículo. Mientras escribía, me acordaba cómo apenas hace unos pocos meses esta pareja fue entrevistada en el programa del Intermedio, donde se pudo comprobar cómo esta mujer ya no contaba con ninguna calidad de vida y que estaba condenada a vivir dentro de un cuerpo enfermo y dolorido del que quería salir. Confesó en público que ya no quería vivir€, su propio marido admitió que si no la ayudaba a suicidarse era porque ambos confiaban en que la Ley de la Eutanasia, que en ese momento se estaba tramitando en el Congreso, pronto se aprobaría y que su marido no tendría que pasar por el angustioso trance de tener que ayudarle a morir. Aquella entrevista me impactó tanto que lo primero que hice fue buscar en change.org (el sitio web de petición de firmas) para unirme a todos los que pedían que se aprobara esta ley.

A las pocas semanas, después de la correspondiente tarea de investigación y recopilación documental escribí un artículo doctrinal sobre la eutanasia que publiqué en una revista portuguesa de responsabilidad médica. Al final del artículo decía, cándido de mí, que era una cuestión de muy poco tiempo que la Ley de la Eutanasia se aprobara en España, puesto que su tramitación parlamentaria estaba prácticamente terminada y la aceptación de la eutanasia en España para los casos de enfermedades terminales era cercana al 84% (vid. metroscopia.org/muerte-digna/).

Lamentablemente, la realidad ha sido muy tozuda y a los partidarios de la eutanasia se nos ha quedado la misma cara de lelos que a nuestros vecinos portugueses que no pudieron aprobar su ley de eutanasia por unos pocos votos. En el caso español ha sido decisiva la oposición directa del PP, como la indirecta de Ciudadanos puesto que ambos han bloqueado hasta en 19 ocasiones su tramitación con la estratagema de ir solicitando prórrogas al período de enmiendas.

Como jurista es un tema que me indigna, puesto que la vida es el máximo bien jurídico de que disponemos. Además, del mismo modo que nadie nos ha pedido permiso para venir a este mundo, nadie tiene que impedirnos abandonarlo cuando así lo tengamos por conveniente, especialmente en aquellos casos en los que el deseo de poner fin a la vida se debe al sufrimiento producido por incurables enfermedades. Me cuesta entender la oposición de un sector de nuestra sociedad a la eutanasia, puesto que se trata de un acto íntimo que sólo afecta directamente al que quiere morir y, de manera indirecta, a su entorno familiar y de amistades. Además de que las medidas para la eutanasia previstas en la nonata ley española eran muy estrictas, hay que tener en cuenta que a nadie se le obligaba a practicarla.

Por el contrario, no entiendo como esos mismos sectores contrarios a la eutanasia, no reaccionan de igual modo frente a la cleptocracia, que sí que afecta a toda la sociedad, puesto que se trata del saqueo de los bienes públicos en favor de unos pocos corruptos. Así pues, los mismos que se mesan los cabellos y se rasgan las vestiduras cuando oyen hablar de eutanasia, sin embargo permanecen impasible el ademán cuando se trata de la cleptocracia del saqueo del bien común. Con la eutanasia se repite la misma hipocresía que con el aborto, antes de su despenalización cuando a algunos de los que se oponían a la despenalización no les temblaba el pulso cuando había que llevar a sus hijas a Londres. O los que ahora cuando el abuelo está teniendo una larga y dolorosa agonía le dicen al médico que haga lo que crea necesario.

Este artículo es un homenaje a María José Carrasco, a su marido, a Ramón Sampedro y a todos aquellos que con su valentía han puesto su granito de arena para que la Ley de Eutanasia se apruebe en la próxima legislatura y que nadie que sufra una dolorosa e incurable enfermedad se vea obligado a vivir en contra de su voluntad.

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