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Entrevista

Ramón Mampel: "Es legal pero no me parece ético que empresas de cítricos de aquí trabajen en países de fuera"

«Estoy incomunicado con la Unió; la nueva dirección ha optado por no escuchar a los sindicalistas veteranos»

Ramón Mampel: "Es legal pero no me parece ético que empresas de cítricos de aquí trabajen en países de fuera"

Ramón Mampel interrumpe un momento la poda de oliveras de su explotación situada en Traiguera para atender a Levante de Castelló. De 2010 a 2018 fue secretario general de la Unió de Llauradors i Ramaders y anteriormente estuvo otros ocho años en la comisión ejecutiva. Se integró en la Unió hace cuatro décadas. Ahora, con 67 años, se encuentra en jubilación activa y cuida su campo de olivos en su pueblo del Baix Maestrat.

¿Cómo vive la jubilación?

Sigo con mi explotación junto a mi hijo. Y sigo haciendo lo que he hecho toda la vida; trabajar en el campo.

¿Cómo valora la gestión de la actual dirección de la Unió?

Estoy muy incomunicado. Desde el congreso no he ido a la Unió y parece que han optado para no escuchar a los sindicalistas veteranos y formados. Creo que es una equivocación; que hagan lo que crean, pero sería bueno que no perdiéramos a la gente buena de la organización.

¿Por qué se han olvidado de gente como usted?

Un año antes del congreso de la Unió ya dije que no había comunicación, no hubo suficiente respeto y educación. Yo les propuse ayuda y no lo creyeron conveniente. No es bueno porque todos podemos aportar algo. Soy una persona que me ha gustado trabajar en equipo. Todo ello enriquece.

¿Pero qué opinión tiene del trabajo de los nuevos responsables?

Cada uno tenemos una personalidad, yo creo que abrí mucho la organización a las sociedad. A Carles Peris creo que le ha faltado formación, ha cogido la dirección verde; quizás deberíamos haber apretado antes más en la formación. Ahora, además, solo se habla de cítricos cuando hemos tenido problemas con el olivar, la almendra, la despoblación o el desarrollo rural.En la Xylella de Alicante no ha habido un pronunciamiento sindical. Faltan cosas pero como no tengo ninguna comunicación no se lo puedo decir a nadie.

¿Cómo ve la crisis citrícola desde fuera?

Tenemos crisis en todos los sectores agrícolas porque el mundo global ha traído cosas. La agricultura industrial se resintió primero en las zonas de montaña y ahora le ha tocado a los cítricos. En este caso creo que no hemos planificado bien; en la parte agronómica porque tenemos mucho minifundio, y en la parte comercial tenemos muchas empresas en la Comunitat (unas 500) que van al mismo mercado. Y tenemos un Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias que dejamos morir. Hoy todo el mundo quiere tener campos de experiencia para ver si sacan alguna nueva variedad milagro pero no es la solución. La crisis citrícola es un problema de sociedad. Están los productores, «collidors», almacenes y distribución, y a los consumidores le hemos de decir el producto que hacemos. Hemos de dejar de mirarnos cada uno el ombligo, se ha de formar una estructura social que sepa afrontar las crisis. Milagros no hay, pero no nos hemos sabido estructurarnos internamente. La Inteprofesional ha estado muerta mucho tiempo. Asimismo, otros países han firmado convenios con la UE que nos han perjudicado.

¿Cómo puede remontar el sector citrícola?

Primero haría falta una Interprofesional potente como existe en Francia, en la que estén las organizaciones, cooperativas, comercios, distribución, consumidores y la parte de la innovación. Si no tenemos un entramado social fuerte nos será difícil estructurar bien el sector. Si no participamos todos tendremos problemas. Por otra parte, los países de fuera quieren venir al mercado europeo y los productores de aquí nos sentimos perjudicados. De Sudáfrica en 2017 entraron 1,3 millones de toneladas de cítricos, una tercera parte de lo se cultiva en la Comunitat Valenciana, y este año a lo mejor han accedido 300.000 más. También llegan de Egipto, Marruecos o Turquía. Cuando teníamos una gran variedad como la clemenules la regalamos, no hicimos royalty y no la ordenamos. También, hay que decir que es legal que una empresa autóctona se vaya a trabajar a otros países pero no me parece ético. Europa tendría que analizar el «dumping» social que existe, porque un jornal cuesta 5 euros en otros países y aquí 60. De esta forma competimos de manera desigual.

¿En qué salud se encuentran la agricultura y la ganadería en Castelló?

Partimos de la base de que en Castelló y en la Comunitat Valenciana el 17 % de las personas mantienen el 83 % del territorio. Y en el interior cada vez tenemos un sector más envejecido. Esto es un tema preocupante. Deberíamos reflexionar sobre esto y decir a la sociedad que si abandonamos el territorio habrá un problema económico y medioambiental. Si no hay rentabilidad no puede haber sostenibilidad en Castelló. Els Ports, cuando empezó el Aplec hace 40 años, tenía 25.000 habitantes, y ahora viven 6.500 y cada vez con gente mas envejecida. Y mi pueblo (Traiguera) tenía hace cuatro décadas 500 habitantes más.

¿Se acabó el expolio de los olivos milenarios?

Se ha acabado en la Comunitat Valenciana porque tenemos una ley y hemos estado vigilantes, pero en Cataluña no; a dos tiros de piedra continúa el expolio.Nosotros lo iniciamos y hubo voluntad política. Fue una gran iniciativa nuestra, con la implicación de cooperativas y empresas. La Taula del Sènia, con más de 2 millones de presupuesto, ha sido incapaz de salvar por su parte el patrimonio en Cataluña, y aquí lo salvamos teniendo cero euros. Han de dejar paso a la iniciativa privada para frenar la despoblación.

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