El Castellón dio un salto de gigante en sus aspiraciones de permanencia al derrotar al Ejea en una noche húmeda en Castalia. A los albinegros se les puso pronto el partido de cara. En el minuto 15 Cubillas fabricó el 1-0 de Ramos, y antes de la media hora César Díaz provocó la expulsión del visitante Andriu. La maniobra incluía un penalti que César tiró fuera condenando a los suyos al sufrimiento. El Castellón, pese a la superioridad numérica, dejó en suspense el resultado hasta el pitido final, y fue capaz de abrochar la victoria porque en el momento clave emergió un porterazo. Álvaro Campos voló, ya en la segunda parte, para despejar un penalti lanzado por Diego. Despejó más cosas Álvaro: los fantasmas del descenso y el panorama en la tabla. El Castellón escala hasta el play-out, a un solo punto de la permanencia, si se cuenta por adelantado el partido del retirado Ontinyent con el Mestalla.

La igualdad es asfixiante en la zona baja. Ayer, pese a todo, el Castellón encontró en el rival un aliado. Se puede afirmar, sin temor a equivocación alguna, que los defensas del Ejea han tenido mejores tardes. El Castellón, que empezó dominante pero romo como es habitual, halló un filón a base de hurgar en los flagrantes errores de los zagueros visitantes. El primero fue Cubillas, listo como pocos para detectar ese tipo lances.

Al cuarto de hora, Cubillas persiguió un balón imposible, un balón que se perdía por línea de fondo mientras el defensa del Ejea lo cubría, esperando el saque de puerta. En el brete, en ese límite del ir o no ir, fue Cubillas fuerte y el defensa blando: Cubillas rebañó el balón y descargó con lucidez el pase a la llegada de Ramos, que embocó en la esquina el disparo. La celebración local fue múltiple, repartidos los méritos del 1-0, y la protesta visitante también, repartidas las quejas a los árbitros. El Ejea reclamó que la pelota había salido antes de que la robara Cubillas, por un lado, y que César Díaz estaba en fuera de juego posicional cuando remató Ramos. Según lo visto desde la esquina de Tribuna con Gol Sur, es probable que los protestadores estuvieran en lo cierto.

Hubo más protestas y más fallos. Uno clamoroso de un central del Ejea que volvió a aprovechar Cubillas, despierto con la escoba. Era el minuto 24 y Cubillas fue derribado al entrar al área, pero la acción quedó sin castigo del árbitro. Esa misma pelota la recogió Julio Delgado en posición dulce. Se acomodó a la zurda y ya se cantaba gol en Castalia pero la tiró fuera, por poco. Hubo más fallos de esos de no creer: el central Andriu regaló una pelota a César Díaz, que se plantó frente al portero en conducción escorada. Cuando iba a chutar apareció de nuevo Andriu en escena para propinarle un empujón grosero. El árbitro dictó penalti y expulsión. Era el minuto 28: Andriu se fue al túnel entre lamentos y, desde las escaleras, observó como César lanzaba el penalti fuera.

El Castellón dejó el partido abierto. Con 10 y con 11 el Ejea generó escaso peligro. Lo más parecido a una ocasión de gol llegó en el minuto 17, en una falta tensada por Julio de Dios que casi se convierte en autogol tras el despeje centrado del portero Álvaro. Después, tan sólo un par de centros.

El partido avanzó hasta el descanso con una sensación generalizada. El partido estaba en las manos del Castellón, el partido solo lo podía perder el propio Castellón. Este año nunca se sabe si eso es malo o bueno. En Castalia no hay certezas: daban cien por cien de probabilidad de lluvia en la previa. No llovió hasta el minuto 78, cuando casi ni nos acordábamos.

La reanudación

No llovió hasta casi el final pero sí sopló mucho el viento todo el rato. Quizá ese factor explicara tantos errores en apariencia no forzados. Como temían los veteranos, el Castellón se pegó un tiro en el pie, uno tan tonto que hace más daño. En el minuto 54 crujieron los dos laterales. Satrústegui se quedó enganchado al tirar la línea y Muguruza metió la bota donde no debía. De Mesa le cobró el penalti. Por fortuna para el Castellón, el lanzamiento de Diego lo adivinó Álvaro.

Era el minuto 54: quedaba un mundo por delante. Para un equipo con confianza y en buena dinámica, el Ejea hubiera sido un caramelo. No para el Castellón, maniatado por las circunstancias. Recogiendo, simplemente, errores de la verbena defensiva del rival, rozó la sentencia, pero ni César ni Gálvez ni Cubillas ni Ramos acertaron. No importó, salvo para la diferencia particular de goles. No hubo grandes daños que lamentar porque el equipo de Cano se aplicó en defensa, pese a los nervios y la amenaza de drama, sin más paradas de Álvaro.