Alguien dijo: «Tarda mucho tiempo en hacer una amistad y, cuando la hayas hecho, no la pierdas nunca». Rafa Cerdá se nos ha ido. Se nos ido un amigo y como quisiera que eso no hubiera ocurrido, quisiera hoy dejar constancia de que, para mí, eso no ha ocurrido.

Mi amistad con Rafa empezó en la antigua Facultad de Derecho de la Universitat de València en la calle de la Nave. Éramos el grupo de apuntes de Castelló, aunque él ejercía de segorbino. ¡Cuántos recuerdos de aquella época que terminó con la obtención de nuestro título de Licenciados en Derecho y en que apareciéramos en la orla de la licenciatura de 1965!

Los años siguientes nos convertimos en esforzados opositores para conseguir plaza en los cuerpos de Inspectores de Trabajo e Interventores de Administración Local, respectivamente.

Empezaba, pues, nuestra amistad y, tras su paso por Tarragona y Jaén, recalamos definitivamente en Castelló. Su boda con Rosa y el nacimiento de sus hijos Rosa y Rafael marcaron los hitos más significativos de su vida. Nuestras circunstancias personales fueron consolidando nuestra amistad, que no habría de terminar nunca.

Rafa ejerció, además, su profesión de abogado laboralista, poniendo en práctica aquella máxima que dice «en cualquier aspecto de la vida, cuanto más experto, más discreto»: ¿Quién de nosotros, ante cualquier problema de carácter laboral, no hemos acudido a él, solicitando su consejo? Y ello era así, no solo por sus conocimientos jurídicos en la materia, sino también por su sentido común, por buscar soluciones pacíficas, lejos de crear situaciones conflictivas.

La amistad aumentó con la pertenencia al Rotary de Castelló, fundado por nuestro recordado Víctor Menezo. También con nuestros momentos de ocio con el resto de los amigos; él era Rafa «el del bigote» y yo el de la peca, según la versión de nuestra entrañable Reyes. Pero donde nuestra amistad se incrementó, si cabe, fue cuando coincidimos durante más de 16 años en nuestros cargos institucionales: él como Presidente del Comité Económico y Social y yo como Síndic de Comptes. Así ocurrió con la asistencia a múltiples actos institucionales, los desplazamientos a València y, sobre todo, el intercambio de nuestras experiencias en el servicio público que fueron compartidas con otros cargos instituciones vinculados a Castelló. ¡Cuántas experiencias comunes de quienes solo pretendimos prestar un servicio público a nuestra sociedad!

Rosa madre, Rosa hija, Rafael, Manolo, familiares, amigos de Rafa Cerdá, siempre tendremos el recuerdo de quien fue una un buen esposo, un buen padre, un buen hermano, un buen abuelo (futbolero), un buen amigo, un buen funcionario, un buen abogado, en definitiva, una buena persona, lo que Machado llamaba «un hombre bueno en el buen sentido de la palabra bueno».