El Castellón se jugará la permanencia en la última jornada, que comenzará desde plaza de play-out de descenso. Para alcanzar la salvación deberá sumar ante el filial del Barcelona, y esperar el tropiezo de alguno de los cuatro equipos que tiene a tiro de piedra por delante. Ayer se le escapó un tren goloso en posición óptima. Se marchó al descanso ganando 0-1 en la Fuensanta, pero no supo después jugar con las precipitaciones y las urgencias del Conquense, que empató pronto en la segunda parte y se lanzó suicida a por la victoria. El 1-1 final dibujó poca finura y demasiadas limitaciones.

Al fútbol se le dan muchas vueltas, pero nada es más importante que conocer tus recursos y exprimirlos sobre el césped. Nada es más importante también que camuflar tus temores. Nada hace mejor este Castellón que rematar de cabeza, sin más complicaciones. Así salió del hoyo, a cabezazo limpio, y así evitó ayer males mayores. Al fútbol se le dan muchas vueltas, pero a menudo lo más simple es lo más efectivo. La tensión contenida de la Fuensanta no estaba para discursos al viento. El partido se balanceaba indeciso hasta que a la media hora de juego el Castellón rompió el cascarón del juego. Lo hizo con un gol que desprendió la belleza de lo añejo. Ante la quietud de la zaga del Conquense, Rafa Gálvez entró como un tren de mercancías al primer palo y cabeceó a la escuadra un saque de banda tensado por Muguruza. Trece de los veintidós goles del Castellón de Cano han sido de cabeza. Así han sido los cinco últimos, y ocho de los últimos nueve. La belleza de lo simple. Un plan casi perfecto.

El empate

Un plan con una única fisura: te lo puede hacer cualquiera con dos dedos de frente. También el Conquense, que en el primer tiempo se había limitado a probar fortuna mediante disparos lejanos del zurdo Jorge. Al descanso entró Chrisantus y afiló el ataque. A la hora de juego Jorge cambió el chut por el centro, y la potencia por la sutileza: su comba la cabeceó Chrisantus a la red, muy solo entre los centrales visitantes.

El 1-1 devolvió el partido a la casilla inicial. En el Castellón, Jairo había sustituido al renqueante Cubillas, y antes del empate desperdició la sentencia. Recogió una dejada de César y empaló la bola a las nubes. Fue en el 52 : ese mismo minuto rozó el gol Muguruza con un tiro cruzado. El carrilero vasco enroscó un par de centros de los suyos tras el empate: a uno no llegó por poco Jairo y otro lo cabeceó Regalón fuera.

El Conquense apretó en el tramo final, consciente de que solo le valía la victoria. Al Castellón le tocaba esperar ordenado y aprovechar, llegado el momento, el caos cantado en el rival. Esa opción tenía que llegar y llegó. En el tiempo de prolongación, el Conquense cobró una falta en campo contrario y hasta el portero subió al remate. El Castellón cazó el rechace y salió disparado a la contra, sin portero local enfrente. Aún no se sabe bien qué pasó: ni Rubén García ni Muguruza llegaron a chutar a puerta y los deberes quedaron pendientes para Castalia.