No podía ser de otra manera. La salvación debía llegar con sufrimiento, con mucho sufrimiento, y el Villarreal no decepcionó las expectativas. Pero al final, el gol de Ekambi servía para que La Cerámica estallara en un grito catártico, liberador porque la salvación está en el bolsillo. Después de tramos de temporada en la que el submarino se asomó al abismo y le devolvió el saludo, ayer culminaba su labor de Sísifo para asegurar otro año en Primera División. No fue fácil, porque el Eibar no dio su brazo a torcer, pero la recompensa mereció la pena. Ahora, tocará preguntarse el porqué de tanto sufrimiento.

Todos los elementos ayudaban a la ilusión y alimentaban la fiesta. La grada entregada, llenando La Cerámica, un rival con los deberes hechos y un equipo determinado a poner fin a la pesadilla. Pero pronto quedó claro que nada sería tan sencillo, que habría que utilizar pico y pala para tumbar al Eibar. Pudo haber cambiado la historia en el primer minuto de encuentro, cuando un disparo en el interior del área lo rechazó con el brazo Joan Jordan. Pero González Fuertes no apreció intencionalidad y obligó a los amarillos a poner el mono de trabajo.

Arrancó el Villarreal dominador, fiándose de la velocidad de Ekambi y Samu Chukwueze en los flancos para sorprender a un rocoso contrincante. Ellos dos fueron los encargados de empujar el árbol para que cayeran las manzanas. El franco-camerunés lo intentó en el minuto 6 desde la izquierda, con una penetración en el área que terminó con un disparo cruzado. Pero entre De Blasis y Ramis conjuraron el peligro. Desde la otra banda, el nigeriano apareció en el minuto 11 con su descaro y su desborde para ceder a la frontal. Allí la cazó Fornals, pero su disparo lo sacó Dmitrovic.

Fueron los mejores momentos del equipo de Calleja en el primer acto. Confiado y dominante, el balón largo se convirtió en el recurso más peligroso. Ekambi lo encontró en el minuto 18, se plantó ante Dmitrovic, pero cruzó demasiado la resolución de la jugada. Y tres más tarde, Samu perdonó lo imperdonable después de que Iborra intuyera su carrera con un pase largo. El extremo disfrutó de un mano a mano en el que era un pecado no aprovechar el regalo. Pero su bisoño remate se perdió por la línea de fondo.

Los errores nublaron las ideas del conjunto azulejero. Incrementó su presión el Eibar y el agobio incrementó en el lado local. Cazorla no encontraba con facilidad la línea de pase y el Villarreal se quedaba sin oxígeno. Esto le permitió a los guipuzcoanos dar un paso adelante, aunque tampoco intentaron poner en aprietos seriamente a Andrés Fernández.

La duda comenzaba a anidar en el corazón amarillo, mientras tampoco llegaban las noticias deseadas de Montilivi, ni de San Mamés. Ni perdía el Girona, ni ganaba el Celta, por lo que el abismo todavía estaba a un paso.

El último tramo del primer tiempo, el equipo recuperó algo de aire. Apareció Cazorla, que apuró hasta la línea de fondo para meter el pase de la muerte. Pero Oliveira despejó, antes de que Gerard pudiera embocar. Y cerró el primer tiempo un centro de Ekambi desde la derecha al que llegaba Samu, pero su disparo se encontró con Cote que mandó el esférico a saque de esquina.

La segunda mitad se desperezó con un Villarreal más atrevido, sin el corsé que le había lastrado en el segundo tramo del primer acto. De nuevo camparon a sus anchas Ekambi y Samu, que hicieron recular a los armeros. Una jugada del nigeriano, en el 54, acabó con un centro de Mario. Lo remató Gerard desde la frontal, pero el disparo se marchó a saque de esquina.

Fue el aviso al tanto de la salvación. Seis más tarde, Chukwueze inició una combinación que pasó por Fornals y acabó en los pies de Jaume Costa. El centro desde la izquierda del valenciano lo mordió De Blasis, pero no impidió que el esférico llegara a Ekambi. Trastabillado, con la ayuda de Ramis, el camerunés acertó a superar a Dmitrovic e hizo estallar de alegría La Cerámica.

Pero el miedo habitual hizo acto de aparición. Con demasiado que perder, el Villarreal reculó y, ante el regalo que le hacía su rival, el Eibar otra vez avanzó sus líneas. Así llegó el primer gol del Eibar, el primero anulado. Sergio Álvarez, después de que Ramis peinara un saque de esquina, anotaba, pero en fuera de juego.

Era el minuto 68 y, si no se quería sufrir, lo suyo era anotar el segundo. Pero las ideas ofensivas del Villarreal se apagaron ante un Eibar profesional, que no quería marcharse con una derrota. Mientras, en Girona, el Levante le echaba una mano a los amarillos y remontaba ante los rojiblancos para poner la salvación en bandeja de plata.

Pero los de Mendibilar querían poner picante al asunto. En el minuto 80, el puñal que es Cucurella por banda alcanzó la línea de fondo para poner un centro al área pequeña. El desconcierto de la defensa permitió a Enrich aparecer en el segundo palo, pero Jaume Costa se puso el traje de salvador para evitar el tanto.

El epílogo lo escribió el VAR. El pánico cundió cuando Kike García anotaba a seis minutos del final. Pero el pase de Charles, que había asistido al delantero rojiblanco, se había producido en fuera de juego. La mano que apretaba el cuello soltó su presión y el Villarreal iluminaba su cara con la sonrisa de la salvación.