No es el prestigioso Café Gijón,una de las cunas de la literatura del siglo XX, ni tan siquiera persigue emularlo, pero sí aspira a convertirse en un referente del mundo de la creación literaria, en particular, y de la cultura, en general, en la ciudad de Castelló. Es el colectivo La virgulilla, cuyas tertulias literarias concitan la atención semanal de cerca de una veintena de amantes de los libros para compartir su pasión literaria a través de la palabra. Los debates transcurren de una manera sosegada, tranquila y relajada, frente a un café o una cerveza.

El punto de encuentro de este grupo de tertulianos es la cafetería El Cantonet de Les Aules, en la plaza del mismo nombre de la capital de La Plana. En este marco, cada tarde-noche de todos los jueves, excepto los festivos, celebran sus veladas literarias.

Desde hace cuatro años, la dirección de la tertulia corre a cargo de Felisa Bisbal. Otros dos tertulianos asiduos a los encuentros literarios de La virgulilla son Carles Tosca, editor, escritor y guionista, y Georgia Iordache, editora y fotógrafa. Y junto a ellos, también participan habitualmente Juan Gaspar Sancho, Rosa Lluch, Maifa Reiseberg, Mari Carrme Castillo, Yolanda Roca, Pedro J. Romero, María José Balfago, Sara Sánchez, Francisco José Blasco, Fernando Bronchal, Pilar Elena Sampedro y Nina Peña.

«Nos une la literatura, hablar sobre libros y nuestras lecturas», explica Bisbal. «Hemos elegido esta forma para hablar de libros y literatura porque la consideramos más amena y agradable, y en cierta manera, salvando las distancias, retomar el espíritu de las tertulias del siglo pasado», argumenta.

Cada convocatoria de la tertulia gira sobre una temática específica. «Podemos hablar de un libro, de un escritor o de un movimiento o corriente literaria», asevera.

El perfil de los participantes en las tertulias es variado, escritores, poetas, editores y lectores y de todas las edades, desde los 24 a los 65 años.

El colectivo fue impulsado por escritores en castellano, y de ahí el nombre de la tertulia [virgulilla, tilde de la letra eñe]. «Aunque de momento solo contamos con escritores en castellano, nos encantaría que se sumaran autores en lengua valenciana», asevera Felisa.

Además de la tertulia, el colectivo ofrece un club de lectura y cine y un club de escritura creativa. «También estamos creando un blog, que contará con diferentes secciones, como poesía, relatos de ficción, estética en la literatura , humor, cocina y una crónica de las respectivas tertulias», comenta Felisa.

El objetivo del colectivo es consolidarse como referente en el campo literario y cultural de la ciudad. «En todos los eventos culturales y literarios de la ciudad siempre hay una representación de La virgulilla», dice Felisa. «No estamos registrados como asociación cultural, aunque nuestra intención es hacerlo a lo largo de este año para poder optar a ayudas públicas y ampliar nuestra oferta de actividades», añade.

Felisa, Carles y Georgia coinciden en resaltar el buen momento por el que atraviesa el mundo de la creación literaria en Castelló. «En el ámbito literario hay un resurgimiento con mucha gente, escritores, editores implicados en el mundo creativo», dice Carles. «Pero este resurgimiento también es extrapolable al mundo de la cultura en general, con muchas más actividades impulsadas por particulares, como las librerías», añade. El editor reconoce que el apoyo institucional a la cultura, tanto desde el ayuntamiento como desde la diputación, ha contribuido a este renacimiento cultural y literario que vive Castelló y anima a los políticos a seguir en esa línea. «Que intenten apostar al máximo por la cultura, porque a largo plazo es una inversión muy rentable socialmente», argumenta.

En este listado de actividades culturales, el colectivo resalta el encuentro de Editores Independientes, la Nit del Art, el ciclo Castelló en Negre, la Feria Romántica de Benicàssim y la Feria del Libro de Castelló. Sobre este último evento, Felisa, Carles y Georgia coinciden en su crítica: «El marco en el que se celebra, una carpa cerrada en la plaza Santa Clara, no invita a entrar ni a comprar, y además faltan actividades complementarias. Es como una librería pero sin librero, que oriente a los visitantes en sus compras », dicen. «El espacio ideal sería el paseo central del parque Ribalta, con casetas individuales a ambos lados», añaden.