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Opinión | Paté de campaña

El partido horchata

Ciudadanos me tiene atrapado desde hace tiempo. No hablo ya del líder supremo, Albert Rivera, sino de los representantes municipales de la formación naranja. Sería interesante para cualquier vecino que, antes de depositar su voto, analizasen estos cuatro años de los 27 concejales -no contaremos las bajas y sustituciones- de los cinco partidos con representación. Es cuestión de entrar en la web municipal y visionar los plenos para verlo todo en primera persona, pero claro, puede que más de uno acabase por salir corriendo sin mirar atrás cual Forrest Gump.

Ciudadanos ha sido como un espacio vacío, en serio. Vicente Vidal y Cristina Gabarda, portavoces según la estación del año, han realizado una oposición inocua, sin chispa, sin fiscalizar como toca las actuaciones del Pacte del Grau. Vidal, perdiendo continuamente las formas, y Gabarda, perdida en la Wikipedia. Pero no pasa nada. A los vecinos les importa un bledo. Porque, y no quiero ser excesivamente duro, uno se da cuenta que da igual quién se presente como candidato para la alcaldía: Alejandro Marín-Buck, Jesús Merino o mi tío de Cáceres.

El espectáculo que han dado estos cuatro años, unido a la tragicomedia de la elección de la actual candidatura, deberían ser suficientes para que el electorado les castigase, pero está claro que la marca, en este caso, tiene tirón. Estoy convencido de que, si en vez de una lista de 27 personas hubiesen presentado 27 personajes de cómic, los resultados del 26 de mayo serían los mismos.

Las encuestas les son favorables, y es más que probable que puedan pasar de cuatro a cinco concejales. Viendo su trabajo en el ayuntamiento, y sufriendo la lucha interna que viven -incluso en los juzgados- es, sin duda, para frotarse los ojos. Y el PP, que en numerosas ocasiones ha desarrollado una oposición muy embarrada, lo ve con dolor, porque han superado con creces a Ciudadanos en la actividad política, con concejales que tiene una formación sólida en los debates como Vicent Sales, al que da gusto escuchar, pero sienten en el cogote el aliento del partido de Rivera, ese cuyo candidato a la alcaldía, Marín-Buck, ha propuesto que la bebida estrella de Castelló sea la horchata. La Plana está llena de chufas, sin duda. Quizás deberían plantearse el cambiar el pantón naranja de su logo en la capital de la Plana.

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