En una remontada espectacular, el Valencia CF vuelve a clasificarse para una nueva Champions. La temporada del Centenario ha resultado de una tenacidad admirable por parte del cuadro de Marcelino. Siempre de menos a más. Poco a poco. Picando piedra. Hasta el final. Hizo sus deberes en Zorrilla con una victoria cómoda con goles del valoradísimo Carlos Soler (sí, vale muchos millones) y de Rodrigo, otra vez iluminados por un Parejo impecable. El liderazgo del capitán, dentro y fuera del campo, lo convierten en leyenda. Los 1.000 aficionados desplazados a Pucela lo disfrutaron como se merecía. A lo grande. Un subidón además para la estabilidad económica del club. Una victoria de casi 70 millones.

Todo encajó a partir de la marcha de Batshuayi (Marcelino tuvo la humildad de reconocer el error del fichaje), los tres delanteros sumaron un número decente de goles y el VCF despegó en la Liga y en la Copa del Rey. Menos Guedes, algo desafinado, el resto llega a punto, moral y físicamente, para la fiesta de esa final de Copa el sábado ante el Barcelona.

Las dos amarillas en 20 minutos (Gayà y Diakhaby) describían los nervios del Valencia. La perseverancia de Rodrigo al presionar a Olivas iba a desencadenar la tormenta. Rodrigo entregó a Santi Mina y este aguantó para atraer a tres defensas antes de pasar a Carlo Soler, que engañó en el tiro cruzado a Yoel.

El Valladolid retrasó su presión en el arranque de la segunda parte y Parejo decidió sentenciar. Subió a incomodar la salida de balón de Alcaraz, le robó la cartera y le regaló el gol a la llegada de Rodrigo. El hispano-brasileño participó de los dos goles. ¡Y cuántos balones recupera Parejo! ¡Y qué temple para dirigir el juego! Parejo y Rodrigo, un año más, la pareja más importante del Valencia para arañar la Champions.

El paradón de Jaume a Alcaraz recordó el golazo de falta del mediocentro en Mestalla a escasos minutos del final. Doménech se estiró a su izquierda y desvió la pelota con las yemas de la mano izquierda. Al de Almenara no se le valora lo suficiente. Para más de lo que sugiere su aspecto desgarbado y heterodoxo.