Soy hippie, como mis padres. Se conocieron en 1976, y unos meses más tarde, sin firmar papel alguno ante Dios o el Estado, se fueron a vivir juntos. Mis abuelas, católicas y de misa diaria, desde luego no aplaudieron la decisión, pero la respetaron sin ninguna imposición. Sin saberlo, ellas también eran hippies, pues antepusieron la libertad a su propio criterio.

Los hippies aman la libertad. Por eso, hasta que la herida de la dictadura no cicatrizó se consideraron de izquierdas y votaron en consecuencia. Sin embargo, la izquierda actual, y más concretamente el señor Ribó y sus acólitos, no respetan ese elevado concepto, el de la libertad, y hacen de su gusto personal la ley a seguir por el resto. Nos dicen en qué idioma tienen que estudiar nuestros hijos y a qué colegio deben ir. Escogen el vehículo para movernos por la ciudad, y se olvidan de la diferencia que existe entre tener 20 o 70 años, entre ser soltero o familia numerosa, entre estar sano o constipado? a veces, por más que se quiera, no se puede ir en bicicleta.

Nos cuentan cómo fue la historia, señalando quienes fueron los buenos y los malos, y cambian nombres de calles en función de su particular visión, y al hacerlo, cometen el terrible error de juzgar con la moral de hoy los hechos del pasado. También deciden, con gran ignorancia, qué tradiciones se pueden permitir y cuáles hay que prohibir, qué religiones se pueden respetar y cuáles no? Aquello de vive y deja vivir se les ha olvidado... Compromís y Podemos, con la complicidad del Psoe, han representado en València una izquierda leninista que ha olvidado la evidencia objetiva del fracaso del comunismo. Han abanderado una izquierda manipuladora, sibilina, empeñada en enfrentar a sexos, prohibicionista, y que ha fomentado una inmigración irregular tan peligrosa para los de aquí como para los que, por culpa del efecto llamada, se juegan la vida en el mar. Una izquierda, en definitiva, equivocada y enojada que se encuentra muy lejos de representar los ideales de aquellos hippies que alguna vez la votaron.

En nuestra democracia cuarentona todos han tenido su ocasión. Yo voté a IU con orgullo, y seguro que han existido momentos para poner a Rita en el Ayuntamiento como para sacarla de él. Ahora ha llegado el momento de echar a Ribó? Y la única persona capaz de este cometido es María José Catalá. Una política experta a pesar de su juventud, tan moderada como valiente, tan bondadosa como firme en sus decisiones. Valencianista, de ideas claras, y muy centrada. Una alcaldesa que seguro gobernará para todos los valencianos, no solo para los que le han votado, tal y como ha hecho el sectario Señor Ribó. Ella es la única que puede devolver sentido común a nuestra ciudad. Si eres hippie o lo fuiste, solo hay una opción posible. La que defiende la Libertad por encima de todo. Esa opción se llama María José Catalá, y cuenta con mi humilde voto.