Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Nuestra Gente

Apoyo entre iguales para reengancharse a la vida

En la provincia de Castelló, Alcohólicos Anónimos comenzó su andadura hace 25 años en Benassal y, en la actualidad, hay constituidos seis grupos integrados por otros tantos miembros

Dos miembros de la entidad durante la entrevista. Carme Ripollés

«Hay testimonios de personas a las que el alcohol les ha arrebatado todo, hasta la dignidad», asevera V. R., miembro de uno de los seis grupos de la comunidad Alcohólicos Anónimos (A A) constituidos en la provincia de Castelló. «Pero si se practica a conciencia nuestro programa de recuperación es posible reengancharse a una nueva vida», añade J. L., también integrante del grupo.

El origen de esta entidad se remonta a 1935 en la localidad estadounidense de Akróm. Allí, dos personas, Bill

W. y el Dr. Bob, ambos con graves problemas de alcoholismo fundaron al comunidad Alcohólicos Anónimos, con un fin primordial: la ayuda mutua para llegar a la recuperación absoluta.

En actualidad, Alcohólicos Anónimos está implantada en 180 países con más de 100.000 grupos de autoayuda, de los cuales 598 despliegan su actividad en España. Hoy, se celebra el 84 aniversario de su creación y con este motivo el movimiento ha organizado un acto de información pública en el complejo deportivo-cultural Petxina de València.

En la provincia de Castelló, Alcohólicos Anónimos comenzó su andadura hace 25 años con un primer grupo, constituido en Benassal. Con el paso de los años se han creado otros cinco grupo, dos en la capital de La Plana, uno en Vinaròs, otro en Benicarló y un quinto en Vilafranca. Cada grupo está integrado por unos seis miembros, la mayoría hombres de unos 40 años de edad.

«En los grupos hablamos con naturalidad de algo que normalmente nos avergüenza o nos causa dolor y que tenemos callado. Pero aquí [en los grupos] desaparecen muchos miedos, inseguridades e incertidumbres personales, y crece nuestra confianza en pos de la recuperación y la sobriedad continuada», comenta J. L.

El libro básico que recoge el ideario y pautas de funcionamiento de Alcohólicos Anónimos resalta que se trata de una comunidad, integrada por mujeres y hombres, que comparten su mutua experiencia, fortaleza y esperanza para resolver su problema común y ayudar a otros a recuperarse del alcoholismo.

El único requisito para ser miembro de la entidad «es el deseo de dejar la bebida». No se pagan cuotas. Tampoco admiten ayudas económicas externas, públicas o privadas.

«La pobreza colectiva e individual que practicamos tiene por objeto que nuestra mente no empiece otra vez a hacer castillos en el aire, y , además, es una forma de sentirnos independientes», asevera V. R.

La entidad tampoco participa en la investigación del alcoholismo ni en tratamientos médicos o psiquiátricos y no apoya ninguna causa ajena a su objetivo central. «No somos psicólogos ni profesionales. Somos enfermos alcohólicos que nos recuperamos a base de ayuda mutua», recalca J. L.

Los miembros de cada grupo de Alcohólicos Anónimos, en general, celebran una o varias reuniones a la semana.en función del número de integrantes, de carácter abierto o cerradas. En la reuniones abiertas, no todos asistentes son alcohólicos, ya que pueden participar parientes, amigos invitados por miembros del grupo. Mientras, las reuniones cerradas son solamente para los alcohólicos. En estos encuentros, los alcohólicos pueden conseguir ayuda para resolver problemas personal, referentes al mantenimiento de la sobriedad y a su vida cotidiana.

Uno de los pilares del colectivo es garantizar el anonimato de su miembros. «A lo largo de los años, el anonimato ha resultado ser uno de los mejores regalos que A. A puede ofrecer al alcohólico que aún sufre. Aunque el estigma ha ido disminuyendo poco a poco, a la mayoría de los recién llegados, el admitir su alcoholismo todavía les resulta tan penoso que lo pueden hacer solamente en un ambiente protegido. El anonimato es esencial para crear ese ambiente de confianza y franqueza», recoge el libro fundacional de la comunidad.

En cuanto a la forma de gestionarse, A. A. carece de una fórmula estándar. Cada grupo decide la forma y frecuencia de celebrar sus propias reuniones, gozando de autonomía para sus actividades, siempre que no se perjudique o afecte a otros grupos. «Estamos coordinados, pero no jerarquizados. No hay líderes, sino servidores. Nadie manda sobre nadie. Todos somos iguales, porque la enfermedad nos ha tratado todos por igual», explican J. L y V.R.

Compartir el artículo

stats