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Opinión

Fertilidad Humana

En junio se celebra el Mes Internacional de la Fertilidad. Celebración con la que se pretende concienciar a la población de la situación real de la fertilidad humana, de las condiciones y hábitos que la debilitan, de la prevalencia de la infertilidad y de cómo favorecer un estado óptimo físico y emocional para la concepción.

Considero que toda esta concienciación debería comenzar por lo más básico, por la educación sexual a toda la población, desde la infancia. Me parece fundamental conocer cómo es, cómo reacciona, cómo funciona y cómo debemos cuidar nuestro cuerpo y el de nuestras parejas sexuales. Esta información nos ayudaría a desterrar mitos que no hacen más que dificultar la relación con nosotros mismos y nostras mismas y generar falsas expectativas y miedos en muestras relaciones sexuales.

Cómo ya comenté en el primer post de mi blog, tener hijos o hijas no es un derecho, sino una capacidad y, como todas las capacidades humanas, puede verse mermada por algún motivo. Damos por hecho que podemos ser padres cuando decidamos, sí o sí, pero no contamos con el bajo potencial reproductivo humano en comparación con el resto de especies animales.

Si a esta situación le añadimos malos hábitos, enfermedades derivadas de estos, falsas creencias y falta de comprensión del ciclo ovulatorio, podemos encontrarnos con la frustración de no encontrar tan fáciles las cosas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la infertilidad humana como una enfermedad crónica. A ella se puede llegar por diferentes motivos, presenta diversos grados de afección (se habla de probabilidades de concebir sin intervención externa) y no existe un tratamiento ni medicamento específico para tratarla, sino que se investiga la causa que la provoca y, si es posible, se realizan los tratamientos que mejoren esa situación. Con esto, lo que se persigue es aumentar la probabilidad de concepción, pero no la asegura.

En muchos casos se recurre a procesos de reproducción asistida para esquivar la dificultad, para darle un «empujoncito» al proceso o como único modo posible de actuación. Y, aún así, no siempre se logra el objetivo. Contar con buenos y buenas profesionales que nos informen, asesoren y nos hagan sentir cómodos y cómodas es fundamental.

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