Nacida en Castelló hace 27 años, Isabel Polo está empeñada en conocer los rincones más recónditos de América Latina… y lo cierto es que lo está consiguiendo. Después de hacer las maletas sin billete de vuelta el pasado mes de septiembre, actualmente está trabajando en una chocolatería en Bariloche (Argentina) tras recorrer Costa Rica, Panamá, Colombia, Perú, Ecuador, Brasil, Chile o Bolivia, con aventuras dignas del más avezado explorador. “Ahora quiero estar aquí trabajando unos tres meses para bajar cuando se pueda a la Patagonia”, destaca la joven.

Su periplo americano le ha llevado ya a recorrer los más de 6.400 kilómetros del río Amazonas (imagen inferior) a bordo de barcos de carga locales intentando evitar con poco éxito los molestos mosquitos o a escalar la montaña boliviana de Huayna Potosí, que cuenta con la nada desdeñable cifra de 6.090 metros de altura. Pero más allá de estas experiencias, su viaje tiene un propósito solidario, pues tras cursar la carrera de Sociología en Barcelona, residir en Inglaterra e Italia o estudiar un Máster en Madrid decidió que su vocación era la de colaborar con oenegés que trabajen en este continente.

“Me da rabia que muchos proyectos que se elaboran para América Latina se hacen desde Europa por gente que no ha pisado nunca América Latina, así que antes que hacer lo mismo decidí que tenía que vivir aquí durante un tiempo para conocer las necesidades reales de la gente”. De hecho, antes de emprender esta última aventura, en 2017 ya había colaborado con una asociación humanitaria en Guatemala: “Fue allí donde me apasioné por esta cultura”.

Con un presupuesto más que ajustado, el viaje de Isabel Polo Morini le ha llevado a establecerse en distintos puntos con una modalidad llamada ‘work away’, que le permite aportar su trabajo a cambio de alojamiento. “En Panamá estuvimos dos semanas en un hostel, en Perú, más de dos meses en un restaurante, y en Bolivia impartimos clases de inglés en una especie de voluntariado”, confirma Isabel, que viaja con una amiga.

-¿Qué es lo que más te ha llamado la atención desde que emprendiste esta aventura?

-Cada país tiene un lugar especial. Colombia me encantó, me sorprendió mucho, nos decían que tuviéramos seguro y después todos fueron súper amables. Recorrer todo el Amazonas, desde Iquitos a Belem, fue también una experiencia increíble, aunque me sorprendió la cantidad de petroleras que nos encontramos por el río, rompían con todo y notabas el miedo de la gente que vive allí a quedarse sin sus tierras. Estuvimos más de un mes con el trayecto porque íbamos parando en los pueblos, donde vimos desde tarántulas a caimanes, osos perezosos, cocodrilos, un montón de delfines rosados o una boa gigante. Además es muy económico si vas con los barcos locales, de hecho éramos las únicas turistas. Después, subir en Bolivia un pico de más de 6.000 metros fue una de las experiencias más gratificantes de mi vida, nunca hubiera imaginado que hubiera sido capaz de lograrlo. Fue muy duro porque para llegar debes mascar hojas de coca y tienes que subir por la noche porque de día la nieve se deshace.

-¿Qué es lo que más echas de menos de Castelló?

-Aparte de mi familia, la comida.

-A nivel gastronómico, ¿en qué se diferencia su cocina de la nuestra?

-Tienen muy buena materia prima, una fruta y una verdura buenísima, pero no saben aprovecharla, lo suelen cocinar todo muy frito y grasiento. Después, en Colombia, donde tienen un café impresionante, lo hacen muy pasado, lo aguan, y ya no tiene el mismo sabor. En Bolivia y Perú sí que cocinan increíble. Ahora que estoy en Argentina también está siendo complicado porque no como carne, y aunque en muchos países tienen menús vegetarianos, no es tan habitual. Sí estuvimos en la isla de Amantaní, que está en la parte peruana del Lago Titicaca, que era completamente vegetariana, no tenían ni ganado.

-¿Cuál es el plato más llamativo que te has encontrado?

-Aquí es muy típico comer llamas y alpacas, que son vistas como nosotros vemos al cordero. Además está lleno de estos animales. Después en el Amazonas hay mucho pescado. También es curioso en Brasil una hierba que comen que se llama yambú y te deja la boca dormida, provoca un efecto similar a la de los Peta Zetas y también elaboran alcohol con ella.

-¿Cuáles son las principales diferencias entre los países por los que has pasado?

-Al final la mayoría tienen una cultura similar y tiene muchas semejanzas, aunque depende del país. Argentina por ejemplo son parecidos a nosotros en todo, mientras Costa Rica no tienen nada que ver en algunos aspectos como el respeto a la naturaleza. Deberíamos aprender de ellos en esto. Sí me llama la atención que todos quieren ir a España, lo tienen muy idealizado y no entienden cómo nosotras hemos venido a aquí.

-¿Qué diríais que es imprescindible para visitar en América Latina?

-El Machu Pichu es lo típico, pero vale la pena (imagen inferior). El Amazonas es de lo que más me ha impactado. Y Colombia, que a pesar de lo que diga la gente es mucho menos peligroso que otros países como Costa Rica, Guatemala o Panamá.

-¿Es más bajo el nivel de vida en América Latina? ¿Puedes poner ejemplos prácticos en diferencia de precios?

-Depende del país. En Uruguay, Chile o Costa Rica los precios son similares a los de España. En Bolivia, Perú, Colombia o Brasil sí es todo más barato, comes por menos de cinco euros.

-¿Cuál ha sido tu mejor y peor experiencia durante el último año en este continente?

-La mejor conocer a toda la gente que estoy conociendo y lo que aprendo de su cultura y de mí misma. Lo peor quizá cuando nos robaron en Chile y nos robaron los euros que nos quedaban. Encima fue en uno de los sitios que a priori eran mejores, porque vinieron amigas de España y fuimos a un hostel. Después también guardo un recuerdo desagradable de los mosquitos del Amazonas, la gente creía que me iba a morir y me echaban limón.

-¿Tienes pensado volver a Castelló o piensas instalarte allí?

-Por ahora sigo sin billete de vuelta. La idea era volver en septiembre, pero conoces a gente, te recomiendan otros lugares, y te alargas.

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