La Vilavella no recuerda haber vivido tanta tensión en su ayuntamiento como la que ayer se adueñó de la sesión plenaria en la que Carmen Navarro se convirtió en alcaldesa tras el radical cambio de posicionamiento del tránsfuga del PP, Abelardo Zaragoza, que el 15 de julio facilitó la elección del socialista Manel Martínez al ausentarse de la investidura y ayer, tras la dimisión de este, optó por anotar el nombre de la candidata de Independents per la Vilavella en su papeleta, haciendo posible un acuerdo con los populares que él mismo frustró hace tan solo mes y medio.

Que los ánimos estaban caldeados lo evidenciaron los semblantes sombríos de unos y otros, inmortalizados por la expectación mediática que ha despertado el esperpéntico desarrollo de los hechos en la localidad en las últimas semanas. Había pocas ganas para celebraciones. De hecho, tras asumir su nuevo cargo, Navarro fue escueta. Solo dijo: «El pueblo de la Vilavella se lo merece. Gracias a todos, gracias a la democracia y a trabajar».

La portavoz del Partido Popular, Inma Traver -cuya grabación de una conversación privada mantenida durante las negociaciones previas a la investidura del 15 de junio desencadenó la dimisión de Martínez tras ser filtrada por su partido-, tuvo que escuchar varios insultos y descalificaciones, como «arpía» o «puta», mientras una ovación casi permanente acompañó a Manel Martínez desde que entró en el pleno hasta que justificó su renuncia.

En su intervención argumentó que en las negociaciones políticas para constituir un nuevo gobierno «estábamos intentando dar estabilidad al ayuntamiento» y por ello quiso «denunciar públicamente la hipocresía del PP y algunos medios» por la difusión de «extractos editados y cortados, sacados de contexto», en los que se oculta lo que dijo su interlocutora. Incidió en el tono «amistoso de una conversación privada» que duró más de una hora, en la que en ningún caso hubo «ni chantajes ni coacciones». Y a pesar de ello, asumió que «mis palabras no son apropiadas para un cargo público. Se ha de teneruna imagen pulcra y aunque están descontextualizadas, lo que se dice, es lo que se dice y por eso he renunciado, no tengo apego al cargo», a lo que añadió: «He dimitido porque no lo he hecho bien, pero aquí hay muchas personas que no lo han hecho bien».

Los perjuicios que le han ocasionado en lo personal la desvelación de «una conversación condicionada» en la que «se me indujo a muchas cosas de las que dije», son la razón por la que «intentaré emprender acciones legales, judiciales, porque aquí ha sufrido mi familia y se ha jugado muy sucio», concluyó, cerrando así una etapa que ha dejado su huella en un pueblo dividido ahora por la política.