No puedes ni bajar a la plaza con los niños por temor a que pase algo». Así de contundente se muestra un vecino de la plaza Botànic Calduch de Almassora (prefiere mantener en secreto su anonimato por miedo a represalias: «Aquí nos conocemos todos»), quien junto al resto de residentes de la zona denuncia el incremento de la delincuencia registrada en la misma, con ocupaciones ilegales, menudeos de drogas y reyertas. La última ocurrió en la noche del pasado lunes, cuando un hombre fue detenido como presunto autor de un apuñalamiento en la calle Juan de Austria.

Se trata de una problemática que se arrastra desde hace años, pero aseguran que desde el mes de mayo se ha disparado y ahora la situación es «insoportable», como lamentan desde la asociación de vecinos (AAVV). Por ello, reclaman tanto al Ayuntamiento de Almassora como a la Subdelegación del Gobierno medidas para acabar con las ocupaciones ilegales, así como una mayor vigilancia y presencia policial para tratar de prevenir actos delictivos y que la zona deje de ser un foco de marginalidad y desaparezca el «incivismo» que ha ganado fuerza en esta parte del municipio.

Los habitantes afirman sentirse intimidados por la presencia de grupos o clanes y, además de denunciar continuos altercados, critican la suciedad en las calles.

Esta realidad se ha puesto encima de la mesa del consistorio y de la Subdelegación en varias ocasiones, las recientes en el último trimestre del 2018 y en las juntas de seguridad de este año.

Pero los residentes dicen que el problema, lejos de solucionarse, «ha ido a más». «En marzo hubo una gran redada, la delincuencia pegó un bajón y parecía que la convivencia estaba más tranquila. Pero a partir de mayo se volvió a las andadas», explican los afectados, que insisten que «no es suficiente con la presencia de patrullas de Policía Local o Guardia Civil, es necesaria también la implicación autorizada del Cuerpo Nacional de Policía, así como tomar medidas efectivas contra la ocupación irregular para que se vayan y no vuelvan». Quieren que se impliquen todas las administraciones para atajar este fenómeno, «plenamente asentado» en el barrio. «No queremos que las autoridades den la espalda a hechos delictivos que van en aumento», inciden los vecinos, que llevan años alertando por el deterioro de la convivencia.

«Fuman drogas en la puerta de tu casa, hay peleas delante de nuestros hijos y altercados y gritos, y no puedes recriminarles nada porque saben dónde vives. Estas circunstancias no las aguanta nadie», según los testimonios.