los pronósticos eran malos y las expectativas peores para el día de ayer. Por la mañana llovió y la comisión de toros adoptó una solución novedosa: cortar el tráfico en el recorrido de la entrada de toros y caballos para que la arena no se convirtiera en barro y, al mismo tiempo, realizar regueros laterales para facilitar la salida del agua por las calles adyacentes. Pero no se llevó a cabo la subida por el camino del Realet -la entrada chica- para evitar percances por los posibles resbalones que pudieran darse a propósito del mal tiempo. El resultado final fue una preciosa entrada, sin duda la mejor de la semana, con los toros bien recogidos por los once jinetes con sus monturas.