Adrián es cocinero en Orpesa y todos los días se levanta a las 4.00 de la mañana para entrar a trabajar pese a que unos molestos vecinos no le dejan dormir. Su pareja, Rosa, trabaja como asistenta sociosanitaria a domicilio y también lleva meses sin poder conciliar el sueño. Ambos se mudaron en el año 2014 a la céntrica calle Donat de Castelló, pero llevan un año y medio sufriendo una auténtica pesadilla. "Todo comenzó cuando en la casa de al lado montaron un prostíbulo. Nosotros vivimos en el número 6 y la casa de citas está en el 8, así que durante todo el día y toda la noche están llamando clientes a nuestro timbre, muchos de ellos borrachos y maleducados, porque se equivocan. Después ponen música a todo volumen, hay continuos ruidos, taconazos€", denuncian. "La situación es desesperada; ya no sabemos qué hacer", añaden.

Lo cierto es que son continuas las llamadas que han realizado a la policía, personándose incluso tanto en la comisaría como en el Ayuntamiento, pero los resultados a sus quejas no son los esperados: "Nos dicen que no podemos presentar una denuncia porque no hay agresiones. Nos preguntamos si hace falta que nos peguemos para solucionar esta situación; tenemos miedo de que algún día pase algo peor".

Una de las iniciativas que se han planteado es la de "recoger firmas por toda la calle porque los vecinos también están hartos", pero lamentan que ellos son los más afectados. "Aunque este sea un barrio decente y tranquilo en el que pasan niños a todas horas, realmente ya nos da igual que en la casa de al lado vendan droga, tengan un prostíbulo o lo que hagan, lo único que pedimos es que no nos molesten porque nos están haciendo la vida imposible", aseguran Rosa y Adrián al unísono.

La propietaria, última carta

La pareja confía en que después de varias visitas infructuosas de la policía, al menos esta denuncia pública sirva para que la propietaria del edificio en el que están sucediendo los hechos se dé por enterada y tome cartas en el asunto: "Suponemos que ella no sabe nada. Nosotros escuchamos incluso cómo tiran tabiques abajo, pero eso al final no lo hacen de madrugada y no nos afecta como que a las cuatro de la mañana un hombre ebrio nos diga desde la calle que ha venido a nuestra casa porque quiere sexo". Relatan las víctimas que se enteraron precisamente de la actividad de su casa colindante por estas continuas llamadas: "Al principio pensábamos que se habían equivocado, pero cuando pasa casi todas las noches te das cuenta rápido de lo que hacen".

Afirman que tras la intervención de los agentes de intervención vecinal "cesaron un poco los ruidos" y que fue la misma policía la que les recomendó que colgaran el cartel en su balcón para evitar la confusión de los clientes: "Lo pusimos hace un par de días y la verdad es que llaman menos, pero entendemos que esta no puede ser la solución". La desesperación de Rosa y Adrián les ha llevado incluso a grabar a clientes en un vídeo denuncia que se podrá ver en la página web de Mediterráneo durante este mismo jueves después de que lo hicieran llegar a la policía.

Los afectados por un "prostíbulo encubierto" de Castelló dieron la alerta hace ya 4 meses

Rosa y Adrián aseguran que nadie se ha puesto en contacto con ellos. «Esperamos que nos ayuden y que nos den una solución a este problema, que ya se prolonga durante dos años», afirman.

«Yo tomo pastillas por la ansiedad y la tensión que me genera esta situación. Esta no es manera humana de vivir», relata la mujer.

La pareja afirma que no es una única persona quien ofrece sexo a cambio de dinero en el número ocho de su calle. «Hay varios que entran y salen, se quedan una semana y luego se van. El trasiego de clientes es contante y vienen bebidos, drogas y a altas horas de la madrugada. Se equivocan de timbre con frecuencia y nos molestan a nosotros», recuerdan.

Tanto la Policía Local, como la Nacional, aseguran que los hechos relatados por el matrimonio no son delito y, por tanto, indican que no puede interponerse una denuncia penal, sino admnistrativa. La pareja confía en que después de varias visitas infructuosas de la policía, al menos esta denuncia pública sirva para que la propietaria del edificio en el que están sucediendo los hechos se dé por enterada y tome cartas en el asunto.