Hace solo un año, el sector citrícola castellonense clamaba en las calles por la influencia que la entrada masiva en los puertos europeos de cítricos procedentes de países del cono sur tenía en los precios que se pagaban a los agricultores y por las posibles consecuencias en materia de plagas. Un año después, una mala cosecha a nivel global provoca que el volumen de fruta que Sudáfrica y Egipto han logrado vender en Europa haya caído por primera vez en cinco años, aunque las detecciones de envíos contaminados no dejan de producirse.

Especialmente importante para Castellón resulta el hecho de que se reduzcan las importaciones de fruta procedente de Sudáfrica, pues el final de la campaña citrícola de este país coincide con el arranque de la autóctona, en especial desde la firma de un tratado de libre comercio que amplió a noviembre la posibilidad de que este país exportara a la UE sin pagar aranceles.

Fin a un lustro al alza

Según datos de Eurostat, hasta septiembre Sudáfrica vendió al Viejo Continente 659.854 toneladas (tm), una cifra ligeramente menor a la del mismo periodo del año anterior. De seguir con esta tendencia (su campaña en Europa acaba en octubre), los envíos se situarían en unos números algo inferiores a las 814.310 toneladas del año anterior, rompiendo una tendencia de crecimiento de cinco años. De hecho, el 2014 solo colocaron en Europa 579.050 tm, un 30% menos que el 2018.

Pese al descenso, llama la atención que este sea relativamente leve comparándolo con el de otros países productores y el de Castellón, donde el aforo citrícola calculó un 40% menos de producción. El secretario general de la Unió de Llauradors, Carles Peris, explicó que Sudáfrica compensa este año la merma de fruta con la incorporación de plantaciones jóvenes que dan cosecha por primera vez.

Egipto cae más

Otro de los grandes competidores mundiales que también ha visto como sus envíos a Europa caían es Egipto. Aunque en este caso la afectación es menor por su especialización en la naranja y la segunda parte de la campaña, la consolidación del país de los faraones como el segundo país con más exportaciones del mundo (amenazando el primer puesto de España) dificulta que agricultores castellonenses apuesten por variedades que alarguen la temporada. Con todo, las importaciones de naranja cerrarán el año en una cifra cercana a las 290.000 tm, por debajo de las 339.103 del año pasado y, como en el caso de Sudáfrica, con la ruptura de un lustro de aumento.

Otro peligro para el presente y el futuro de la citricultura provincial es Turquía, que ha hecho una apuesta por plantaciones de mandarinas tempranas que también dará sus frutos en campañas venideras. Con todo, la amenaza tampoco se hará efectiva este año, pues las importaciones europeas se desplomaron a la mitad, de las 185.905 toneladas del 2018 a las 95.823 del ejercicio actual.

Todos estos descensos, sumados a la caída de aforo en Castellón, explican en buena medida que este año el precio de la clemenules supere en muchos casos los 40 céntimos, una cifra récord para la última década, tal y como ya informó Mediterráneo.

Equilibrio

Por otra parte, el president de la Generalitat, Ximo Puig, destacó la importancia de la industria agroalimentaria para «mejorar el posicionamiento de la citricultura», a la que instó a trabajar para «equilibrar oferta y demanda» en una visita a la empresa Zuvamesa.