Nelea tenía solo 26 años. El pasado mes de abril, la Guardia Civil localizaba en Ulldecona (Tarragona) el cuerpo sin vida de la joven que residía en Vinaròs y que llevaba casi dos meses desaparecida. Su novio confesó que la había asesinado en el piso que ambos compartían y que luego había enterrado el cadáver. Nelea ha sido la última víctima mortal en Castelló de una lacra, la del terrorismo machista, que desde el 2003 (cuando se inaugura el recuento oficial) se ha cobrado la vida en la provincia de 16 mujeres. La primera fue Amparo Ebrí, una vecina de Alcalà de Xivert de 36 años a la que un 24 de julio de hace 16 años su novio asestó cuatro cuchilladas mortales.

La clave de aquella fecha, cuando se empezaron a contar las muertas (en España la cifra de víctimas supera ya el millar) fue entender que no se trataba de un asunto ni privado, ni aislado, ni único, sino un problema público, un drama social de gran calado al que todavía no se ha conseguido poner freno. Y eso que en los últimos años, las administraciones (todas) han movilizado a miles de policías y guardias civiles, se han creado juzgados especializados, se han desarrollado montones de campañas publicitarias, protocolos de actuación, teléfonos de asistencia, centros de acogidas... y aún así las víctimas siguen contándose por miles. También en Castelló, donde solo en los primeros seis meses de este año 838 mujeres han denunciado ser víctimas de la violencia machista, según los últimos datos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Y eso significa que cada cinco horas se produce una nueva denuncia.

Decenas de mujeres conviven en Castellón con miedo. Más de medio centenar llamaron al 016 durante la primera mitad de este año; casi 300 de ellas pidieron una orden de protección y 348 afrontan su día a día con la ayuda del Servicio Telefónico de Atención y Protección para Víctimas, el Atenpro, un dispositivo que les permite, tan solo apretando un botón, contar con presencia policial en tan solo unos minutos. 24 horas al día.

Mujeres que no están solas

Buena parte de las mujeres que en Castellón viven pegadas al móvil son usuarias del programa Juntes, una iniciativa de Cruz Roja Castellón cuyo objetivo es empoderar y acompañar a las víctimas de la violencia género. Y quienes las acompañan son mujeres que también han pasado por lo mismo. «No hay un perfil de mujer que sufre este tipo de terrorismo. Entre nuestras 106 usuarias tenemos desde jóvenes de 18 años a féminas que superan los 65 ó 70 años. Desde licenciadas a peluqueras o amas de casa. Desde españolas a extranjeras», describe Adela Moliner, técnico de Juntes.

Donde también escuchan y acompañan a las víctimas de los malos tratos es en el Centro Mujer 24 horas de Castelló, un espacio de la Generalitat Valenciana que funciona desde hace 21 años. Hasta junio ha atendido a 617 mujeres, 48 más que durante la primera mitad del año pasado. De las 617, un total de 225 fueron primeras visitas y, de ellas, 11 tenían menos de 18 años (una media de casi dos al mes), y dos más que en 2018. «Las cifras de víctimas menores van a más y hay que hacer hincapié en la invisibilización de la violencia psicológica y sexual», dice Inés García, directora del centro de Castelló.

Entre los menores de edad, la violencia machista se manifiesta de otras formas. "Entran en juego las redes sociales, como medio de control, de chantaje», añade García. Y entre los factores que inciden, el creciente consumo de pornografía entre los jóvenes ocupa el primer puesto. «Esto se traduce en que, a nivel sexual, hay bastante violencia. Hay mujeres jóvenes que acceden a ciertas relaciones sexuales simplemente por complacer a la pareja, aunque ni siquiera les guste», añade.

Las formas han cambiado

Cada vez más jóvenes que aún no han cumplido los 18 años son víctimas de la violencia de género, y lo que también ha cambiado es la forma con la que los agresores hacen daño a las mujeres. «Se están están reproduciendo los roles de dominancia en el mundo digital y, además, muchos agresores utilizan a los hijos para ejercer esa violencia contra sus parejas o exparejas», añade la directora del Centro Mujer 24 horas.

Más allá de las nuevas formas de ejercer la violencia, lo que esta claro es que al terrorismo machista se le puede vencer. ¿Cómo? Una de las claves está en la educación. La otra consiste en poner a disposición de las víctimas, tengan la edad que tengan, cuantos más medios mejor. Medios y toda la ayuda posible para que no callen. Para que denuncien.