Los juicios a presos y familiares de estos por intentar introdudir drogas en los centros penitenciarios son recurrentes en Castelló. Funcionarios, dotados con aparatos tecnológicos, y canes especializados en rastreo de sustancias realizan registros en las instalaciones y detectan drogas ocultas en la ropa o dentro del cuerpo.

Eso es precisamente lo que le sucedió a una traficante reincidente que ha vuelto a ser condenada por intentar meter hachís y cocaína en Castellón I, donde debía ingresar para cumplir condena. El Tribunal Supremo confirma la pena de cuatro años y medio impuesta a la mujer por la Audiencia Provincial por unos hechos ocurridos en el 2017.

Según reza la sentencia a la que ha tenido acceso este diario, en un determinado momento del ingreso y con ocasión del cacheo que una funcionaria le realizaba a la condenada, al pasarle la raqueta detectora, el aparato sonó entre la ingle y el ombligo de la mujer. Esta, tras ser interrogada sobre si portaba algo en su interior, lo negó. La trabajadora de prisiones comunicó la incidencia al jefe de servicios, quien ordenó que se la introdujera en una celda previamente registrada, mientras se gestionaba su traslado a la enfermería para una más exhaustiva investigación. La presa estuvo sola en el lugar hasta que se la trasladó a la enfermería, donde se le pasó de nuevo la raqueta y esta ya no se activó.

Escondido en el váter

Sospechando que la interna se hubiese deshecho de la droga en la celda, se llevó a cabo el registro de la misma, encontrándose dentro del váter un preservativo en cuyo interior había una sustancia que, debidamente analizada, resultó ser hachís, con un peso de 49,02 gramos y una pureza del 2,1%, y otra sustancia que, igualmente examinada, resultó ser 8,18 gramos de cocaína, con una pureza del 67%. El precio de ambas sustancias hubiera ascendido a 1.046,03 euros.

Hace ahora un mes la Audiencia Provincial ya condenó a un año y medio de cárcel a una madre y su hija por llevar droga a un interno de la cárcel de Albocàsser con el que tenían un vis-à-vis. En el juicio las dos mujeres, que comparecieron por videoconferencia, negaron haber llevado las sustancias al centro penitenciario. Manifestaron que fue el reo quien la introdujo en la habitación de los cara a cara para consumirla.

El pasado verano un preso del Centro Penitenciario Castellón II --Albocàsser-- y su madre fueron también condenados a tres años de prisión por introducir heroína y hachís oculto en el recto. Una prueba de rayos X descubrió las sustancias dentro de su organismo. El pase de droga también fue en un vis-à-vis.